Lunes 25 de Septiembre – 20,2 km
Levi ha vuelto…

Anoche, tal y como predecía el hombre que inventa el tiempo, y su infernal máquina de rayos de sol y tormentas, a las 21:30 empezó a llover. Domingo, el diligente hospitalero, cubierto con una capa, recogió rápidamente toda la ropa que habíamos tendido, y puso a buen recaudo las bicis de los bicigrinos. Sobre las 22:00 casi todo el mundo estaba en la cama, salvo Gianni, yo y algún que otro gato pardo. Último piti, visita al wc y a las 22:20 también estoy metido en la cama.

Cuando te acuestas a las 10 y pico, la noche se hace larga. Si además cada par de horas alguien te agarra por el pie y te menea, pues un poco más larga. Y si la gente se desquicia y le entra un ataque de risa histérica sin fin… pues un poco más larga aun.

Cuando me da por mirar el móvil aun son las 5 de la matina. Muchos de los desquiciados se han empezado a levantar. Me doy la vuelta. Seguro que ahora consigo dormir un rato más ; ). Finalmente, sobre las 7:20 decido ir poniéndome en marcha.

Recoger cosas y asearme. Ya sólo quedamos Gianni, mi padre, una pareja de franceses y yo. Esta pareja está viajando desde Versalles en bici… llevan 2 meses y medio… wow!

Antes de irnos caen unas fotos con Domingo el hostalero y los franceses. Según arrancamos a caminar, dejamos a Gianni atrás, que el prefiere ir solo. En cierta forma, es la mejor manera de disfrutar del camino y de relacionarte con todo el mundo.

El día ha amanecido vibrante. Brilla el sol sobre la hierba, perlada por el rocío. Nosotros partimos desde lo alto del valle, así que en el fondo vemos como una espesa bruma lo cubre, cual mar de nubes.

Comenzamos con un ascenso de dura pendiente y que poco dura. Al pasar la degollada, comienza un largo descenso hasta el siguiente valle. Mi padre y yo, vamos casi con la boca abierta del impacto que nos produce la belleza circundante. Verde y verde y más verde. Verde turquesa, verde fosforito, verde botella, verde pardo y mas verde. Y de tanto en cuanto, un caserío, casas de piedra y madera, y siempre hórreos… mencanta.

Bajamos hasta el fondo el valle, pasamos junto a los monstruosos pilares de una autovía de pronta inauguración, caminamos junto al río Narcea y lo cruzamos a la altura de Cornellana. Al llegar allí llevamos casi 8 km y apenas hemos desayunado, y yo ya he sudado tanto como para llenar un balde.

Buscamos un bar, y caen sándwiches, tortillas, cafes y acuarius varios. Cuando estamos acabando aparece Gianni, su turno. Son pasadas las 11 cuando allí lo dejamos y echamos a andar.

Subir y subir. No demasiado duro, pero sin mucha pausa y mucho barro. Con la lluvia de anoche, el barro ha tomado algunas partes del camino, lo cual se ve agravado por el efecto de las ruedas de los bicigrinos, y por las de otros vehículos, en otros tramos. No hay bar, ni ná de ná, hasta alcanzar los 16,7 km, donde se encuentra Casazorrina. Según la guía hay un bar, pero damos unas vueltas hasta ver que se trata del restaurante de la gasolinera del pueblo.

Gasolinera sí, pero dan de comer, como se come por aquí, peazo de perola de lentejas y hermosa y nutrida ensalada, bien regada en cerveza, que ya voy lengua afuera. Comer sienta tan bien como parar un rato. Hemos ido tan ligeros, que empezábamos a necesitar una pausa.

Echar a andar no sienta tan bien, sobre todo a mi padre, que no comió muy ligero y es animal de religiosa siesta. Pero andar pausado ayuda, sólo nos quedan 4 km y no es mucho el desnivel.

Sobre las 16:30 llegamos al albergue, que ya habíamos reservado ayer, y se encuentra en pleno centro. Solo ha llegado un peregrino, pero nos dice la hospitalera que espera al menos otros 5. Aprovechamos que tenemos el albergue para nosotros, limpiamos las zapas de barro, nos duchamos y decidimos aprovechar que hay lavadora y secadora para dejar nuestra ropa olorosa y… bien seca, que es casi más importante para alguien que no duerme dos días en el mismo sitio. Gianni llega al poco, así que ponemos lavadora y secadora con la ropa de los 3, y así repartimos los 8€ que cuesta.

Sobre las 17:30, salgo del albergue y aprovecho la luz para sacar fotos del pequeño centro histórico. Luego me siento en la terraza de Casa Pachón, conocido local por la calidad de su comida, y me pongo a escribir esto. Son las 20:20, entre tanto a pasado por aquí mi padre que se ha dado una vuelta y Gianni con actividad similar. He quedado con él para ir a zumbarnos un cachopo a las 20:30, así que aquí voy dejando esto, que ya ando salivando… ; )

Voy al albergue a por Gianni, y nos vamos los 3 a un restaurante local, que le ha recomendado la madre de la mujer del albergue. Pedimos sopa para los tres, una ensalada mi padre y Gianni y yo compartimos cachopo. Flanes y arroz.con leche de postre y unos chupitos de hierbas para acabar. Nos dan casi las 23:00 de charleta y risas. Volvemos al albergue y yo me quedo un momento por fuera para terminar esto, y ala! acabado está! Me voy pa’ la cama que mañana más y un poquito más duro.

Un beso grandote!!!

 

… I hope that this night, the snoring leviathan will rest… silently…

 

 

 

3 comentarios en “Día 3: San Juan de Villapañada – Salas

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