Lunes 13 de Enero de 2020
Nama kapal Nggapulu
El viaje ha sido mucho más fácil de lo que se presumía, pero es de esas vivencias que remueven la conciencia. Suelo decir que viajar debería ser asignatura obligatoria en una sociedad que pretenda ser elevada, y fomente la sensibilidad y empatía social.










































Los billetes nos los había gestionado Johanna, pero no le pedimos clase alguna. Por su cuenta y riesgo nos pillo un camarote para 2, que según nuestros estándares sería una cutre cabina, pero aquí debe ser todo un lujo, pese a costarnos 10€, porque todos los pasillos, escaleras y zonas comunes están llenas de gente con bártulos mil, durmiendo a pierna suelta. Le mandé fotos a un colega y me decía que parecía el Open Arms… y en el fondo eso es lo que parece esto, un buque de salvamento.
Desde nuestra comodidad observamos la realidad local, donde tan sólo 5€ marcan la diferencia entre estar tirado en un rincón en el suelo o una cabina con tu cama y aire fresco.
Sobre las 1:30 de esta madrugada comenzamos a entrar al barco. Mientras los que llegaban salían por una escalera, nosotros subiamos por una rampa con traveseras a modo de escalones. Había mucha gente, en general con grandes macutos, cajas presintadas por entero y con asas hechas del mismo precinto. Justo antes de entrar algunos puestos de comida sobre el suelo, con gran surtido de alimentos básicos. La entrada, en cualquier caso no fue en exceso tumultuosa, así que entramos sin problema. Entramos por la cubierta 4, preguntamos y nos indican que por allí adelante y pa’rriba. Recorremos la planta 4, que está llena de colchones tipo tatamis para 1 o varias personas. No hay paredes, un espacio diáfano donde sin llegar a acinarse, la gente se recuesta, reza, come, habla en grupos, etc. Subimos hasta la planta 6 y preguntamos en un puesto. Un hombre sale y nos acompaña, abre un camarote y se va. Entramos y nos resulta un paraíso, en su simpleza, su tranquilidad y frescor. De inmediato sabemos que vamos a dormir mucho y bien. Hay un baño dentro, pero está cerrado, vamos a salir pero nos damos cuenta de que no tenemos manera de cerrar el camarote. Pregunto y me dicen que nones. Dejamos las cosas dentro de un armario y salimos al exterior, pero cerca por controlar.
Estamos flipando, el entorno es muy peculiar, este viaje vale un viaje. Las imágenes son impactantes, pero a la vez se percibe normalidad, allí no está ocurriendo ningun drama. Son las 2:30 cuando volvemos al camarote. Nuestros sacos sabanas nos vienen de perlas para dormir aquí. Sai sale a buscar un baño… a ver que se encuentra… Pregunta y la traen hasta la habitación. Nos habla muy rápido en indonesio, queremos entender que por un extra nos abren el baño. Viene otro y nos explica que por 3€ lo dejan abierto… pues sin dudarlo pagamos. Luego te quedas pensando que has pagado un tercio más del billete… seguramente lo que le ha costado al que duerme en el suelo, pero en nuestro caso solo por echar un pis con tranquilidad… que mundo este…
Nos acomodamos. Cada cual una cama, cada cual una serie y al poco, cada cual con su sueño…
Un dormir interruptus, tan sólo por varias visitas a nuestro trono, y del tiron nos dan las 13:00… bien descansados los señores? Ya.
Las 4 horas y pico Que restan las pasamos dando vueltas, empapándonos de la experiencia. Ratos de vuelta al camarote. Por turnos para no tentar demasiado la suerte. La parte final la pasamos mirando por la borda y sacando fotos sin parar a las Banda.
El desembarco/abordaje tumultuoso nuevamente, pero sin excesos… bajar y al poco alguien nos pregunta —Daniel? —. Es nuestro nuevo casero, Ray, que nos hace seguirlo entre la multitud que se agolpa en el puerto y en las callejuelas colindantes, por las que se extiende el mercado el local. El retiro en las Key hace que esto me resulte casi urbano, me encanta disfrutar de este contraste.
Llegamos al hostal, que aunque no está ni a 5 min, esta medio escondido en las callejas… entramos… avanzamos hasta un salon, al que le sigue una terraza… a la que le sigue… el mar!!! Todo el frente del hostal, de unos 6 metros de ancho, esta totalmente abierto al mar, con la terraza sobre el mismo mar de esta bahía interior que forman las islas de Gunung Api y Banda Neira.
Realmente extasiados pasamos un rato sentados frente al mar. Es posiblemente, uno de los sitios más bonitos en los que me he quedado. Ray nos sirve un te en lo que terminan la habitación. Cuando terminamos pasamos a verla… es la que da a la bahía y el volcán!! Jo… y está superbien. A veces sale uno de viaje tan mentalizado a pasar ciertas penurias, que estas sorpresas las recivimos como una auténtico regalo.
En la terraza del alojamiento de al lado hay 2 occidentales… que raro me resulta verlos!!! Cruzamos unas palabras, son alemanes, a ver si coincidimos en algún tour o lo que sea. Mientras me ducho a Sai no hay quien la despegue de la terraza. Luego se ducha ella y salimos. Ya ha caido el sol, y las calles del mercado, ahora cerradas lucen lúgubres y andrajosas, pero nos sentimos comodos, todo parece amable y cálido, en una suerte de delicioso oxímoron.
Dos preguntas y damos con la tienda con cerveza… y bien fría!!! Paramos en un café coqueto, donde estan los alemanes. Hablamos con ellos en español, ya que hablan con más que suficiencia. La comida que han pedido pinta muy bien, pedimos, que apenas hemos comido en un día. Nos pimplamos las birras con fruición mientras charlamos. Llevan desde el 24 de diciembre rulando, sobre todo en plan buceo. Venían en el mismo barco que nosotros, pero desde una zona al sur de Papua Occidental, donde han flipado con el buceo y todos los bichos que han visto. Hablamos un rato de la calidez de estas gentes, de la importancia de viajar (lo que pensaba yo esta mañana ; ), y así, hasta que se van muertos a la cama. Nosotros comemos unos curris locales deliciosos y un pancake de mermelada de nuez moscada de la hostia!!!
Para el que no lo sepa, aquí termino su vuelta y murió Magallanes. Islas muy disputadas por portugueses, españoles, ingleses, holandeses y japoneses. A parte de ser un puerto muy protegido, se trata del único punto donde se daba la nuez moscada, que en aquellos tiempos valía lo suyo en oro.
De ahí al hostal y en la terraza nos sentamos a disfrutar y terminar relato. Al poco llega Ray con un grupo de chavales y se sientan también en la terraza, y de forma tranquila disfrutan de lo mismo que nosotros… Ray parece buen tipo y a los chavales les gusta rondarle…
Dejo esto para disfrutar plenamente el momento.
Desde Banda Neira… buenas noches!!!