Viernes 28 de Enero de 2022
Otro Nairobi
Nos levantamos temprano para salir con Elsa, que tiene que llevar a los niños al cole. Ella se ha pedido el día para pasarlo con nosotros. Vamos al cole en coche aunque no está demasiado lejos. Elsa nos enseña el cole. Como Tito trabaja en Cruz Roja Internacional les cubre el colegio de los niños, a parte de de la casa y otras cosas. El colegio está super bien. La extensión, la cantidad de espacios para juegos, práctica de deportes, espacios de estudio, etc es enorme.
























Se percibe rápidamente que el estilo de enseñanza es muy moderno, aunque no siguen ni Montessori ni ninguno de estos de moda. Estan separadas las aulas de los niños por ciclos. Los mas pequeños no llevan uniforme y prácticamente todo es ocio. Los de Elsa hacen fila, cada un frente a su clase. Antes de entrar la profe les dice lo que van a hacer durante el día, cantan una canción, y entran ordenadamente. Por fuera de la clase, bajo su nombre cada.uno ha dejado la su mochila, y emtra a clase sólo con lo que la profesora les ha dicho. Hay aulas de arte y música, canchas de todo tipo, piscina, etc. Las profesoras saludan con mucha amabilidad a Elsa cuando la ven, que les dice que le está enseñando el cole a unos amigos, nos sonríen y nos invitan a seguir con nuestra visita. Aunque la mayoría de alumnos son keniano, hayun total de 70 nacionalidades, que el sistema educativo integra con respecto y fomentando el respeto. Si fuese niño otra vez quisiera ir a un cole así.
De allí nos vamos al taller de confianza de Elsa a dejar su coche para que revisen algo raro que ha notado. El taller es curioso. El solar que ocupa en la esquina entre dos calles es muy ampilio y arbolado. Por una parte la casa terrera en la que ahora vive un hermano y distribuido por todo el exterior, bajo numerosos arboles y algunos toldos, algunos de los coches en reparación. Dejamos el coche y nos vamos a desayunar muy cerca a una cafetería cuqui que está en el mismo edificio que la embajada alemana. Desayunamos tranquilamente unos bocatas de pavo y cafés varios, mientras charlamos de Kenia, del funcionariado, la educación, etc.
Cerca de allí hay una casa en la que, como parte de un proyecto de desarrollo enfocafo en la mujer africana, venden todo tipo de prendas, bolsos, juguetes, bisutería, artículos para el hogar y más, elaborados por ellas. Los precios son casi occidentales, pero la calidad y belleza de casi todo es destacable.
Al rato el del taller avisa a Elsa de que ya está el coche, vamos a por el y vamos a la casa de una mujer que conoce Elsa, que vende telas producidas aquí, con motivos y diseños locales. Sai ha quedado en llevar un par de ellas a un amigo que se dedica a hacer bolsos artesanales. En poco tiempo la compra está hecha y seguimos.
Elsa recibe algunas llamadas y mensajes. Al parecer la embajada francesa ha dado una alerta de posible atentado. Se recomienda evitar los sitios muy concurridos, centros comerciales, hoteles. etc. Nos la tomamos en serio, pero sin drama, cuestión de seguir las recomendaciones.
Decidimos ir a ver la casa de Karen Blixen. Está en una zona, que aun siendo Nairobi, está alejada del centro. Toda esa zona se llama Karen debido ello. Memorias de África está basada en el libro autobiográfico que escribio ella. Danesa, de familia con dinero, adquirió una extensión enorme de terrenos en los que, aparte de hacer su casa, intentó introducir la producción de café, cosa que no le fue muy bien. En parte por su labor humanitaria, llegó a ser una persona muy querida. El éxito de sus novelas y la peli, terminó de relanzar mundialmente su figura.
La casa es bonita, de una sola planta y tampoco demasiado grande, pero rodeada de aquellos jardines luce de ensueño. Una guía nos acompaña todo el trayecto, dándonos una explicación bastante detallada de todo, que Elsa nos traduce. Nos cuenta su vida y obra, vemos los distintos aposentos, usos y anécdotas. Sus cuadros son buenos. Donde recibía las visitas, sus alfombras de leon y sus mesas con pata de elefante reales. El comedor, donde llegó a cenar incluso el Príncipe de Gales y el menú de esa noche incluido. Biblioteca, estudio, conina. Todo con ese corte formal colonial, roto a veces por ejemplo por un tocadiscos. Luego paseamos un rato por los jardines.
Son las 13:30 y hace algo de hambre, así que nos movemos a un sitio cercano, también en la zona de Karem. A parte de un restaurante en la parte central, la casa tiene un monton de cuartos, unos dedicados a ropa, otros a articulos de hogar, tejidos de inspiración local y mil cosas más, en cierto modo similar a la casa que vimos por la mañana, pero producidos por diferentes empresas locales. Son sitios donde si estas amueblando una casa, te podrías dejar una pasta, porque todo es bonito pero no barato. Comemos en el patio un wrap con verduritas asadas y ensalada y una hamburguesa.
Volvemos ya hacía el centro. Elsa nos deja en un Carrefour, para comprar alguna cosa más. Ella sigue a buscar a los niños al cole. Nosotros volveremos caminando luego a su casa. Estamos ya un poco cansados, y después de mirar en una librería algunos libros, vemos que es hora ya de ir saliendo. De allí a casa de Elsa son unos 30 minutos. Lo cierto es que pese a estar algo cansado y caminar sin aceras requiere concentración, me gusta el paseo. Me gusta recorrer, siempre que sea posible, las ciudades a pie. Es como si tuviera más tiempo para absorber lo quee rodea. Así como por la mañana veíamos a muchísima gente caminando hacia el barrio de Elsa y los aledaños. Ahora veíamos como el movimiento era al contrario. Elsa nos comentaba que cuando las distancias no suponen mucho mas de una hora caminando, es mucha la gente, sobre todo humilde, que se desplaza a pie. Hay barrios mas pobres, barrios de clase media y los hay de puro lujo.
La migración diaria va de los pobres a los ricos por la mañana y a la inversa al atardecer. Una de las cosas que nos han comentado, es el poco dinero público que se destina tanto al respaldo social como a infraestructuras públicas. El saneamiento público no existe. Las chavolas vierten sus aguas, los edificios tienen sus posos negros o sistemas de depuración. Casi no hay red de distribución de agua corriente. Todo funciona a base de cubas que rellenan los depósitos de cada edificio. Prácticamente no hay aceras, y cuando las vez es muy posible que se hayan realizado como parte del proyecto del edificio anexo. Los impuestos son muy elevados, pero luego no se refleja en la inversión pública, lo cual nos lleva a una más que evidente corrupción en todo lo concerniente a la gestión pública… y sin embargo es un país que está por encima de la mayor parte de los países africanos.
Tampoco nos olvidemos los niveles de corrupción que hay en nuestros propios países. Una de las cosas que más repetimos, es que en cierto modo todo esto está casi como podía estar España a 40 o 50 años. En positivo decir que las parcelas suelen ser enormes, incluso una casa de famila modesta puede tener perfectamente sus 90 m2. Las parcelas son tan grandes, que casi nunca vemos edificio contra edificio, sino que casa uno esta dentro de su parcela rodeado de amplios jardines. De este modelo, incluso en las zonas céntricas nunca hay una sensación de densidad urbana. Por otra parte la mayor parte de los jardines tienen arboles enormes, de modo que aunque hubiese un edificio al lado prácticamente tienes la sensación de caminar por una zona residencial.
Llegamos sobre las 18:30 a casa de Elsa. Nos ponemos un rato con nuestras mochilas, guardar la ropa limpia que labamos, y las cosas que hemos comprado. Ya esta casi listo para mañana. Yo aprovecho que queda un rato antes de que vayamos a cenar, para sentarme junto a la terraza y avanzar el relato.
Salimos caminando, ya que el sitio al que vamos a cenar es un Italiano, apenas doblar la esquina y avanzar 100 metros. El sitio es agradable, pedimos y en lo que llega la cena charlamos animadamente. Sai un risotto, Elsa una ternera, Tito espaguetis al pesto y yo Lasagna. Realmente todo bueno. El vino corre tan rápido como la conversación.
De allí nos vamos al 5. Una terraza-disco que tiene Elsa justo en frente de su casa. Ella se queja de que suele oir la música por la noche, pero lo cierto es que está genial. Todo al aire libre, entre arbiles y bajo toldos. Es el mismo sitio al que vinimos hace casi 2 semanas, pero era domingo y estaba muy tranqui. Hoy está a tope de locales, buen ambiente, gente divirtiéndose sin locuras. Nos pedimos unas birras y seguimos allí de palique al menos una hora y pico. Sobre las 11:30, nos recogemos. Sai y yo bajamos un rato a la piscina donde termino el relato y hacemos la gestión y cribado de fotos como todos los días. Última noche… lo hemos pasado muy bien… mañana será un plan tranquilo, dormir un poco la mañana y luego se verá.
Hasta entonces, buenas noches!!!