Viernes 19 de Agosto de 2022
Gamusinos
No es mal humor, pero se le parece. Es ese estado en el que te encuentras cuando estando de vacaciones te levantas temprano y cansado, pero sabiendo que tienes que levantarte para aprovechar la suerte que tienes de estar aquí. No es mal humor, es suerte, pero necesito un cafe, en este caso malo, antes de siquiera esbozar un atisbo de sonrisa. Nos acostamos a las 22:00 y pico y nos levantamos a las 5:45, realmente son horas suficientes pero hecho de menos dormir a pierna suelta. Pese a ello, cae ese cafe y tostaditas, y para cuando comenzamos a caminar ya hemos despertado. Nunca me entero bien de lo que dice el guía. Hemos cojido las botas, pero parece que el paseo es por el entorno cercano y no hacían falta. Por si las sanguijuelas seguimos en botas.







































Según leí hace unas semanas España es el segundo país por la cola en Europa en cuanto al porcentaje de población capaz de mantener una conversación en inglés. En españa es el 22%, por detrás de nosotros solo esta Hungría. En mi caso el inglés es raro… Hay cosas que puedo expresar muy bien, y luego cometo fallos de nivel casi básico. Mis padres se dejaron su pasta en clases que no aproveché realmente. En 2° de BUP hice un intercambio de un mes con un chico de Irlanda del Norte. Aquello si me hizo aprender de verdad, pero el inglés siempre me dió pereza y creo que luego viví de rentas incluso hasta el inglés de la carrera. A partir de esa época, como buen español, desconecto del inglés oral y dedico horas semanales a la lectura en inglés, sobre todo artículos técnicos, que me hacen creer que mantengo el nivel. Cuando empiezo a viajar, descubro que ese lenguaje técnico, tan pobre en formas coloquiales, en tiempos verbales, e incluso en preguntas, es un texto siempre en presente y afirmativo, que de poco vale en realidad. Vengo a tomar conciencia de esto hace tan solo unos 10 años, cuando yo era feliz en mi ignorancia, pensando que hablaba inglés más o menos bien. Actualmente no me cuesta expresarme, aunque lo haga mal o con mala pronunciación, pero me cuesta horrores entender, al menos determinados acentos. Hay veces que me paso horas hablando con alguien, y otras en las que me atasco en la primera frase que me dicen. Es un tema de conversación recurrente entre viajeros, el problema de España en cuanto a los idiomas, y en verdad es una auténtica desgracia.
Bueno… lo habíamos dejado en el inicio del paseo. Recorremos una parte del camino de la noche, con la intención de ver otras especies. Nos encantan los gibones, que se mueven con una soltura sorprendente allaaaaaa arriba en las copas de arboles de infinita altura. Incluso las crías saltan de rama en rama y de árbol en arbol con la tranquilidad de quien se mueve sobre el suelo. Luego vemos macacos, tan divertido y traviesos, y poco más para un paseo de 30 minutos.
A esto le sigue el segundo desayuno, el de las 7:00, y sin solución de continuidad, al siguiente paseo. La mayor parte es en furgoneta y la parte final pero corta por la jungla hasta llegar a unas cascadas. El paseo mu lindo, la selva tan linda como siempre, pero no hay suerte con los bichos, y el sueño me aborda. Sai, cazadora de bestias con su nueva camara en ristre, permanece atenta, pero yo vuelvo a dar cabezadas parte del camino… sueño con castillos de verde jungla. Paramos a ver uno de los arboles más altos del lugar… lo flipas! Al parecer el suelo apenas tiene unos 4~6 metros antes de la roca básica, por lo que muchos de los arboles extienden sus raices principalmente de forma horizontal para captar la mayor cantidad de nutrientes posible. Nos suben a otra torre de avistamiento, subir, bajar, y finalmente llegamos a la zona de la cascada.
Aqui nos vuelven a pedir que nos pongamos las botas de agua. Si bien el pateo no es muy largo, las botas son necesarias, por el barro y por la sanguijuelas, que en cuanto nos huelen corretean pierna arriba. Cruzamos un río dos veces y por fin allí. Todos nos metemos en el agua y vamos hasta la misma cascada. Por fin despierto. No seran las de Filipinas, que no solo tiene sus playas turquesas, sino que también sus ríos lo son… yo llegue a pensar que río arriba alguien volcaba pintura turquesa.
Pasamos un rato guapo alli, y vuelta atrás. Poco antes de las 12:00 llegamos, justo para comer. Más de lo mismo, comida pa’ guiris. Yo me tomo una cerveza, y descubro que ayer me habían cobrado el doble por las dos que me tomé. Lo hablo, y al rato amablemente me devuelven la diferencia. No hago sangre y doy las gracias. Vuelo a la habitación, ducha, recoger todo y salir con las mochilas escaleras abajo desde la cabaña de colina. Me hubiese gustado despedirme de algunos pero no veo a nadie conocido. Un grupo de europeos montan en la van justo cuando vamos llegando, es la nuestra, dejamos mochilas y pa’dentro.
No se si fue en la primera o en la segunda curva, cuando encajo el mentón en el hombro y casi del tirón duermo hasta Lahad Datu… al menos hora y media. Cuando despierto veo que Sai también acaba de despertar, estamos llegando. Le cuento nuestra película al chófer. A ser posible querríamos llegar hoy a Sandakan. Sabemos que a estas horas ya no hay servicios de bus regulares, pero si fuese posible nos moveríamos en furgos con locales. El tipo se enrolla, deja a los otros guiris en el aeropuerto, y nos hace un periplo por los puntos de salida de transporte local, pero no hay suerte. Descartamos la opción de ir a un lugar indeterminado de la carretera, a coger uno que pasa a las 5 de la madrugada, renunciamos y decidimos dormir aquí y coger el de las 9. Le decimos que nos acerque al hostal del otro día que por 25€ estaba bastante bien. Nos despedimos dando las gracias.
En la misma puerta hacemos la reserva y vamos a la habitación. Ha sido tal la guarrería, en los pateos de Tabin, que decidimos lavar toda la ropa. Montamos un auténtico centro de lavado y secado exprés. Sai enjabona en el lavabo, yo repaso y estrujo en la ducha. Luego nos acordamos de que hemos visto un cartel en el hotel de «Iron Center». Sai hecha un ojo y vuelve con tabla de planchar y plancha. A eso le sumamos el secador. Total, que hacemo cadena, ella plancha la ropa mojada y yo la remato con el secador. Aun así, algo humeda queda, pero lo justo para que con el aire nos quede seca antes de montar la mochila y volverlo a tener todo «limpio».
Después de eso Sai se ha quedado agotada, y opta por darse un masaje como el otro día. Yo me quedo poniéndome al día con el diario, que con la paliza que nos han dado lo llevo atrasado. Al poco de volver Sai de su masaje reparador, salimos a comer y a echar unas birras en el chino del otro día. Sai se va al poco al cuarto y yo remato alli.
Son las 21:30 y escrito está hasta aquí. Me voy a pasar por el 7/11 de aquí al lado y pal cuarto, a ver si nos dormimos prontitos antes del periplo en bus de mañana.
… por cierto… no vimos gamusinos ; )
Buenas noches, selamat malam!