Sábado 13 de Agosto de 2022

Sanguijuelas

Madrugón. El embarque para Miri empieza a las 6:20, por lo que queremos salir del hostal una hora antes + 20 minutos para recoger = Hora de despertar: Las 5 de la matina. A eso se suma que ayer no fuimos capaces de reservar un taxi para hoy, ya que Grab no admite la reserva anticipada. Estuvimos un rato hablando con la chica del hostel, que nos atendió amabilísimamente, y después de atender todas nuestras perentorias preguntas de guiri, nos dijo que si no encontrábamos un grab por la mañana, que la llamáramos por WhatsApp ( a las 5!!!? ) que ella llamaba un amigo que nos llevaba… wow… Aun así nos acostamos intranquilos y Sai mucho no durmió.

Así pues, a las 5 zafarrancho. Consultamos Grab y vemos que hay disponibles, recogemos la ropa ya seca, que lavamos anoche, el cablerío, nos vestimos y salimos. Al poco llega y tomamos rumbo aeropuerto. Al ser sábado llegamos holgados. Sacamos pasta de cajero, las tarjetas de embarque de una máquina de AirAsia, y ya nos relajamos. Un par de pitis fuera y a pasar el control.

Al pasar el control nos dicen que si vamos a llevar las mochilas en cabina, que no las pasemos por la máquina… que raro no? Seguimos y vamos hacia el cartel que pone «keluar» (salida) … os reímos… que raro… yo hubiese esperado un «masuk» (entrada)… pero vamos, sera porque estamos en salidas… Seguimos el pasillo y nos vemos saliendo a fuera… nos partimos… finalmente entendemos que aquello no era el control de seguridad, sino solamente para facturar. Finalmente pasamos el control y al poco embarcamos. El vuelo dura una hora justa. Sai duerme un rato y yo remato el relato de ayer del que aun me faltaba cribar las fotos.

Según llegamos, vamos al mostrador de Malaysia Airlines para confirmar el check-in. Este vuelo es en avioneta, por lo que son muy estrictos con el peso. Solo hay 9 plazas en la avioneta y supuestamente no podemos llevar más de 7 kilos. Yo llevo 8 de mochila y 1 kg en mi bandolera. Sai lleva 7 en la mochila y 1,5 en su bolsa de mano…. pero lo mas preocupante es que nos hacen subir a la báscula con los bolsos encima… y nosotros pesamos, lo que pesamos… ; ) Por suerte parece que el avión despegará pese a nosotros y nos dan las tarjetas de embarque. Son las 8:30 y volamos a las 12:35.

Tranquilamente nos compramos unos cafes y un bollito tipo chino, relleno de pollo con champiñones… estaba rico. Luego vamos de dentro a fuera a fumar un rato hasta que el calor nos lleva a dentro donde hace un frio glaciar, y ese loop se repite varias veces hasta la hora de embarque. Sai se da un masaje en un sillón de esos de aeropuerto, aunque parte de las bolsas no se hinchan bien para su desconsuelo. Poco antes de embarcar compramos unos noodles en la tienda, que como en todos lados tienen agua caliente para que te los puedas comer sobre la marcha. Nunca se sabe lo que falta hasta la próxima comida…

Embarcamos cuatro gatos. De entrada somos como unos 16, pero luego vemos que una parte debe de ir a otro lado, así que al final somos estrictamente 9. Nos emociona el viaje en avioneta, experiencia nueva para ambos. Fotos antes de entrar, al entrar y durante todo el vuelo. Es una fuegoneta con ala.

El despegue es trepidante con es escándalo de las helices y los bamboleos iniciales, en lo que se oye a Sai gritar, ahi! Luego el espectáculo desde las ventanillas del paisaje. No volamos demasiado alto, cruzamos entre nubes viendo el terreno. En seguida somos conscientes de lo que vemos… plantaciones y plantaciones de palmeras para aceite de palma… es descorazonador. Pasamos un buen rato volando desde Miri, en el que la jungla son reductos entre plantaciones de palma. Luego el terreno coge relieve y la selva se apropia del terreno. Prometo hacer un esfuerzo por no volver a comer comida con aceite de palma.

El aterrizaje fue menos interesante que el despegue, en nada estabamos ya en la pista camino de una terminal tan grande como cupiese esperar. Al entrar se me acerca un hombre con mirada dulce, elegante con su sombrero, y me pregunta si vamos a quedarnos en su homestay. La verdad es que no me se el nombre del sitio al que vamos y le pido que empere por Sai que se ha quedado atrás sacando fotos. Confirmamos que es el sitio donde vamos a quedarnos, y le decimos que antes de irnos queremos confirmar la salida de dentro de 3 días, tal y como aconsejaban en algún blog que leímos. Nos señala al hombre que ha traído el solo todas las maletas de la avioneta y no dice que tenemos que esperar a que acabe, porque es el mismo que gestiona los billetes. Al poco termina y nos hace las gestiones, nos indica que aunque el vuelo es a las 14:30, que estemos allí a las 11. Luego nos enteraríamos que si hay huecos te van metiendo en alguno de los 3 vuelos diarios que hay. El dueños del hostal nos señala una camioneta y nos dice que vamos con ellos, mientras el se acerca a su moto y arranca. Dejamos las mochilas atras y nos montamos.

El aeropuerto está tan solo a 2 km del pueblo. Desde dentro de la furgo vemos el paisaje y las casitas dispersas rodeadas de césped bien arreglado. Bario y otros pueblos/aldeas, estan asentados en un valle rodeado de montañas. El valle esta muy trabajado, principalmente con arrozales, pero también cultivan piña. Ambos productos son reconocidos a nivel internacional… curioso… y yo que no había oído de este sitio hasta hace nada.

Nos dejan en la puerta del hostel. Por el camino se ha puesto a llover pero ya ha parado. El dueño llega al momento mojado, aunque entre risas nos dice que aquí la lluvia es muy curiosa, ahora mismo solo llovía en una mitad de la carretera! Entramos y nos enseña la casa, que nos cuenta que es la casa familiar. El se crió allí pero con 19 años se marcho a Miri, luego Kuching, Kuala Lumpur, donde terminó trabajando para Shell mas de 35 años. Ahora lleva unos años retirado y se ha vuelto a su pueblo natal. La casa es grande y tiene un patio muy lindo, un salon totalmente abierto al mismo. El resto de la casa se nota que le falta más atención, pues los años se le notan y un remozado le vendría bien. El cuarto en la linea. En cualquier caso para nuestras necesidades está todo más que bien.

Desde esta zona salen muchos treks que se adentran en la selva hasta aldeas cercanas. Lo que hemos leído es bastante potente, ya no solo en lo físico, sino en caminos con barrizales en los que hundirte, ejercitos de sanguijuelas que a la misma mínima escalan tus piernas cuesta arriba, nubes de mosquitos, e insectos más propios del cretácico que de estos tiempos. Nuestra idea es más simple, recorrer todos los caminos del valle, conectar con los locales y su cultura, relajarnos a mas de 1000 metros, y a menos de 30 grados.

El dueño nos lleva hasta la zona central del pueblo, que es una suerte de mercado para que comamos, pero está todo cerrado. Al parecer la vida allí comienza sobre las 6:30, cuando llegan desde las aldeas vecinas a vender el genero, y sobre las 12 la gente empieza a comer en los distintos garitos que hay allí mismo, a la par que van chapando todo. En realidad no tenemos mucho hambre, y ya son casi las 13:30, por lo que preferimos empezar a caminar y aprovechar la tarde para recorrer un poco el valle. El dueño nos acompaña un poco para mostrarnos el camino, pero nos tropezamos con el Centro Comunitario de Internet, y al preguntarle por la cobertura nos lleva a dentro y rellenamos unos formularios para tener acceso al wifi comunitario. El sitio está muy bien, tipo ciber para que el que lo necesite pueda conectarse.

Al salir del ciber vamos a empezar a caminar, peeeeero, justo al lado hay una area cerrada con unas piedras grabadas. El dueño nos empieza a explicar que se trata de un memorial, realmente de 2. Una de las piedras tiene una lista de nombres, entre los cuales está su padre. Al parecer hace unos años se estrelló uno de las avionetas que vuelan aquí, porque alguien se equivocó calculando la gasolina y … Bueno, lo otro que se comemora allí data de la Segunda Guerra Mundial. Borneo fue totalmente ocupado por los japoneses, y durante la campaña del Pacífico, fue justo aquí donde saltaron las fuerzas conjuntas de británicos y australianos, para expulsar a los japoneses. El trayecto que hicimos hoy en avioneta, lo hicieron estos soldados después de saltar en paracaídas sobre la jungla… no soy capaz de imaginarme el tremendo via crusis.

Parece que tras todo esto, por fin nos disponemos a caminar, son ya casi las 16:00 y los nubarrones son tan negros que casi parece que esté anocheciendo. Metemos todo en las mochilitas aislantes y tiramos. Es todo tan fotogénico que no damos 2 pasos sin sacar foto… madre de deus… quien cribará las fotos! La lluvia va a más, nos vamos a calar de arriba a abajo. Nos paramos en un porche para poder sacar algunas fotos. Arrecia la lluvia de tal manera que ya no salimos del porche… optamos por cambiar de planes. Apenas 100 metros atrás hay una tienda con mesas cubiertas, hasta la que retrocedemos. Los locales beben cerveza en otra mesa y optamos por hacer lo mismo. Todos nos saludan y mas de uno se dirige a nosotros para saber de donde somos, cuanto tiempo vamos a estar o si estamos casados!!! La gente no es amable, es un amor.

Pasamos una hora y pico allí hasta que empieza a amainar, así que aprovechamos…. y tanto que lo hacemos: después de la lluvia se ha roto el cielo y esa luz de oro previa a la ouesta de sol se cuela bajo las nubes iluminando el valle… quemamos nuestras cámaras.

Volvemos al hostal, toca ducha, aunque Sai se la da de agua fría porque no atina con el calentador. Nos sentamos un momento en el porche que da al patio, de noche se ve aun más lindo. Son las 19:00 y sabemos que el dueño ha hablado con un puesto de comida para que nos den de comer y para ellos ya es tarde, así que no los hacemos esperar más y vamos.

En la zona del «mercado» está todo cerrado salvo este puesto. El dueño habla con ellos y nos preguntan que queremos. Al poco empiezan a sacar plato. Pescado frito en salsa agridulce, un plato tipo acelgas, otro tipo pimiento verde con forma estrellada, pollo en salsa, arroz blanco de aqui y piña local. La comida muy rica. Sai que no es muy de pescado le encantó. El arroz es realmente bueno, pero la piña… no exagero al decir que es la mejor que he probado en mi vida. Incluso la parte central, que en piñas muy buenas que haya probado es una auténtica penca fibrosa, pues aquí nos la comimos entera, suave y sabrosa!!!

El rato que pasamos allí es muy divertido. Les encanta que haga mis pinitos con el idioma local. Es cierto que hay palabras que me van diciendo que son distintas que en Indonesia y trato de aprenderlas. Pero en general aunque no sea la forma correcta en bahasa malayo, entienden lo que quiero decir.

Volvemos a casa los tres, y nos sentamos a tomarnos un te disfrutando de la noche. Lian Terawe, que es como se llama nuestro casero es una persona que desprende una paz que nos inunda. Nos cuenta que tiene 67, que su mujer está en Miri porque tiene problemas de salud y no puede andar viajando, que de Bario a Miri se puede ir por pista pero que en lugar de la hora que se tarda en avioneta, se tardan unas 17 horas por un pista inmunda, nos cuenta como han sido las fiestas de la comida, que terminaron tan solo hace unos días y que durante esos días el pueblo ha estado a rebosar, hablamos de la guerra de Ucrania, hablamos… y hablamos… Es una pena no escribir todo lo que hablamos porque esta entrada sería infinita, pero lo cierto es que lo valdría.

Sai y yo caemos rendidos… un día intenso y apenas hemos dormido 4 horas. No son ni las 22:00 y al sonido de los perros auyando, y las ranas croando se suma el de mis ronquidos…

Selamat malam

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