Miercoles 4 de Enero de 2023
La laguna de coleres
Me despiertan a las 10 y pico… aunque seguiría durmiendo. Sai y Jose se lo han currado, y han estado buscando hasta dar con un sitio a pie del lago. Jose en dormitorio y Sai y yo en una cabañita. Nos sale algo más caro, pero aquí o estas junto al lago o no no estás. Prácticamente todos los accesos al lago son privados, de hostales, hoteles, etc. Así que como mucho puedes entrar en ellos pagando. Recogemos las cosas y nos mudamos, en nada estamos.




































Al entrar flipamos. Es sitio está bien, pero aquí lo que importa es la ubicación. Bajamos por una por el cesped hasta una especie de merendero de hormigón, circular y techado, pero sin paredes, desde donde se puede disfrutar de law vistas al resguardo del sol. Nuestros cuartos no están listos, pero ya hemos dado con el pantalán y allá vamos. Wow! Que lujazo!! El lago con la luz del sol es una pasada, el juego de luces turquesa y sus aguas mansas producen paz. Sentados en el extremo del pantalán, nosotros solos, disfrutamos del momento… que lujo…
Al par de horas nos vamos al centro a comprar algo para los desayunos y cervecitas. Por el camino preguntamos por los tours. Nos sorprende saber que hay cocodrilos en el lago. Por lo que sea dicen que no atacan a las personas… no se… hay quien dice que son vegetarianos… no podemos evitar reir.
Finalmente terminamos comiendo en el mismo sitio que anoche. Sai se pide lo mismo que ayer y yo unos camarones (gambas) al mojo de ajo. Está tooo mu rico. Son casi las 15:00 cuando volvemos, dejamos a Jose que no va a hacer el tour y sobre la marcha nos vamos al primero en el que estuvimos. Según preguntanos nos dicen que media hora, pero luego llama a otro, que ya tiene a un par de personas, y nos envía al siguiente pantalán, que está cerca. A poco de llegar aparece una pareja de italianos y seguidamente llega un bote con 2 chicas de Costa Rica. Montamos y arrancamos.
El paseo es increíble. Pese a estar totalmente ocupadas por hostales y hoteles, las margenes del lago no lo parecen desde el agua, posiblemente debido a la profusa vegetación. El cielo lleno de borreguitos, el sol vivo iluminando y dando color a todo… Visitamos un par de cenotes sumergidos. Lo cierto es que así no tienen gracia verlos, supongo que haciendo submarinismo tal vez sí. Nos llevan junto a una zona acordonada a la que no podemos acceder ya que en ella hay coral de agua dulce. Ni sabia que existiese. Los estromatolitos de Bacalar son una de las formas de vida más antiguas del planeta, y su capacidad de producción de oxígeno supera a la de la vegetación común, según nos dice el guía.
Pasamos por un par de islas, algunas de las cuales suelen estar muy pobladas de aves en tiempos de migración. Ahora no hay tantas pero no sorprende ver un ave que por el tipo de alimentación, tiene una pigmentación muy similar al flamenco. Luego nos llevan al canal de los piratas, que en tiempos preteritos permitía la comunicación entre el lago y el mar, y era muy usado por los piratas para todos sus trapicheos. Todo interesante, más lo único que me interesa es el lago en sí.
Por el camino hemos hablado con las chicas de Costa Rica. Son profes y están disfrutando muchísimo de México. Según dicen su país se les hace carísimo para viajar, mientras que aquí les resulta en torno a un 30% más barato todo. La pareja de italianos es muy maja, hablamos un poco de las rutas que llevamos, aunque tampoco trabamos mucho con ellos.
Al terminar volvemos al hostal y de cabeza al pantalán a ver la puesta de sooooooool. Literalmente acampamos allí. La noche cae y se une Nero, el chico de Chiapas que está currando allí con su novia francesa, que conoció en Ciudad de México y con la que desde entonces ha estado viajando por todo México. Matías el argentino también se une a la fiesta. Son chavalitos, pero gente madura y curtida en viajes. Tumbado junto al lago, mirando las estrellas, hablando y oyendo música, bebiendo cerveza nos dan casi las 2 de la mañana. Yo me voy un tanto perjudicado, sobredosis de felicidad, después de tantas horas en el paraíso. Me cuesta la suyo meterme en la cabaña, antes de caer frito y roncarle a la luna a pleno pulmón…