Lunes 17 de Octubre – 20 km
Santiago!
Anoche me dió la 1:00 escribiendo el epílogo, todavía le daré un par de vueltas, que con la vorágine diaria me suelo dejar detalles interesantes que quiero recoger de forma ordenada.
Casi a las 8:00 me despierta padre. He dormido divinamente, aunque un par de horas más, también hubiesen molado. El resto del albergue no sabe que ha dormido junto a un arma de destrucción masiva… ellos se lo pierden… menuda historia hubiesen contado!!!
Mirando anoche la luna, mientras a oscuras en el patio escribo, todo el albergue duerme. Dos años ha que en el mismo albergue, disfruté de una noche memorable con el grupo con el que llegué a Santiago. Bella luna, bellos recuerdos.
Tardo en salir del albergue, porque tardo en salir del wc. No estoy mal, pero todo apunta a que es mejor dejar atrás, todo lo que atrás debe quedar. En cualquier caso recojo rápido y salgo buscando a mi padre y Gianni. Café con leche, unas risas, unas tostadas, otras risas, y a andar que son las 9:15 y 20 km por delante.
Las mañanas están siendo frías, 8~13°. Siempre salimos como motos. Sabemos que debemos refrenarnos, porque el cuerpo tarda unos 20 min en calentar. Yo salgo casi siempre en manga corta. No tiene sentido que me abrigue. En la 2a cuesta ya tengo el reactor termonuclear a tope y sudo cual bestia parda.
Hoy por tema, nos dió por la genética y la biología. Cuando paramos son las 12:00 y llevamos algo más de la mitad, unos 11 km. En esta peregrina riada, a cada poco vamos tropezando caras conocidas. Algunos incluso del Camino Primitivo.
Nos encontramos varias veces con un menorquín de unos 50, que conocimos en el baño turco de Tineo. Es un cachondo, pero hoy, hasta el más zeta lo es. Nadie quiere llegar, nadie quiere acabar. Muchos paran en todo lugar, reponen fuerzas, un poco de cachondeo y en marcha. Comparto un delicioso bocata de beicon, queso y tomate con mi padre, descansamos media hora y seguimos.
Desde allí 4 km hasta el Monde do Gozo. Fotos. Refrigerio. Caras conocidas, saludos afables, gente feliz. Ya se ve Santiago. Seguimos.
La entrada a Santiago son 6 km. Son horribles. Siempre lo son cuando ves tu destino desde tan lejos. Andas y andas y nunca pareces llegar. Encima han hecho una variante provisional, que juraría que añade unos kms más. Se lo había avisado a mi padre: La entrada en Santiago es eterna. No es una promesa de cielo eterno, es asfalto y calles y calles, hasta el infinito y más allá. Yo sufro, él más… pero llegamos. Antes de las 15:00 estamos ya en el casco antiguo.
El albergue que he reservado es donde se quedó el grupo con el que llegué a Santiago hace 2 años. Está de camino a la catedral, así que al pasar paramos para confirmar. Seguimos.
Bajamos la cuesta, ya se oye al gaitero. Mi padre está desorientado (cosa sobradamente anómala). Cuando cruzamos la puerta y aparecemos en el Obradoiro, flipa!. -Ah! Entramos por este lado!-. Me dice.
Vamos hasta el frente de la catedral, a la parte en sombra, que el sol aprieta. Allí estamos todos. Todo peregrinos. Unos con la mirada perdida en actitud mística. Otros emocionados. Otros simplemente descansando. Otros celebran la llegada de los que van llegando, seguramente compis de camino que hacía días que no habían vuelto a ver.
Nos tiramos al suelo, nos descalzamos y nos deleitamos disfrutando el momento. Wow! 334 km… costó… pero ya estamos. Fotos y fotos. Más fotos. Hablamos con un canarión que reconozco por el acento. Compartimos vivencias y nos hacemos mutuamente fotos.
Ya conozco como va esto, y el tema de sellar la credencial es un parto. Animo a mi padre a movernos rápido, que se nos va la tarde. Primero descubro que han cambiado de sitio el sellado… y al llegar al nuevo… descubro una cola digna de Disneyland París. Estimo que seriamos unos 120 en la cola… bffff…
Espero un poco, pero sobre las 16:30 le digo a mi padre -Me voy al albergue a dejar todo esto, ahora vuelvo-. Lo dejo allí tirado. Vuelvo al albergue, suelto mochila y decido ducharme. En 40 min estoy allí de nuevo con 2 latas de Aquarius. La cola ha avanzado la mitad (unos 60 puestos). Me lo encuentro abatido, sentado en unos escalones. El Aquarius le cambia la cara. Le digo -Vete al albergue y dúchate que sigo yo-. Acepta.
Paso una hora horribilis, avanzando a pulgada cuántica. Por distraerme me enredo a hablar con un señor de 50 y picos. Lleva las dos horas aguantando estoicamente, y una mochila llena de parches del camino desgastados…
Este tipo, es un animal del camino, pienso. Le pregunto -Esta mochila tiene muchos caminos, no?-. No es muy locuaz, pero a poco que vamos hablando, se suelta. Ha hecho todos los caminos que llegan a Santiago, y parte de los transversales… Camina normalmente unos 40 km diarios. En esta ocasión ha salido de Madrid. Le comento que he hecho tramos del Camino de Madrid… todo suena melifluo… como me de un arrebato, un día salgo con la mochila desde mi casa en Madrid.
Quedan ya solo 12 personas por delante mío, cuando aparece padre, con otra cara, duchadito y radiante. En nada hemos conseguido nuestros sellos. Menos mal que hemos hecho relevos! Son las 18:30, hemos estado allí casi dos horas. No sabemos si ya ha sido la misa o no.
Vamos a la catedral, empieza a las 19:30. Tiempo tenemos para unas merecidas cañas. Padre, aquí te espero, le digo. He visto cosas que no creerías… he visto volar botafumeiros en llamas más allá de Orión…
Mi padre se va a misa. Yo comulgo con cerveza a la par que me enredo en las letritas que van conformando este dislate. Compro los billetes para mañana a A Coruña. Ok. Controlo la posición de Gianni. Ok. Está en el albergue. Al salir padre de misa, me da el toque quedamos en el albergue.
Durante la entrada a Santiago, he recordado que parte del casco antiguo que se recorre, no es muy turístico, es súper lindo, y tiene pinta de que se puede comer bien y mas barato que en las calles típicas. Lo comento y todos estamos de acuerdo. Hay menos vida, muchos sitios estan cerrados, pero vemos uno que nos resulta interesante.
Mi padre tiene el olfato fino y cual gatuno animal ronronea ante una puerta donde Gianni y yo no vemos nada. Seguimos, pero no vemos nada. Decidimos optar por preguntar. Gianni hace las gestiones. Vayan al 16, le dicen. Suponemos que es un bareto que vimos abierto, pero no… es el que decía padre…
Entramos y empezamos a entender. Desde fuera parecía que nada podía haber, pero las escaleras conducen a un piso inferior repleto de gente local… que buena pintaaaaa… Nos sentamos, abrimos la carta… está escrita solo en galego!!! Creo que la hemos clavado!
Pedimos un salpicón de pulpo, con lubina y rape. De segundo, polvo grellado, y cerramos con un entrecot y vino de la casa (Rivera)…
Del primero comemos y sopeteamos todo el plato. Nos falto lamerlo. Con el segundo tuvimos una suerte de orgasmo culinario. El tercero estuvo bien. Cae una popurrí de postres y detrás chupitos.
Es nuestra última noche juntos (con Gianni), hemos terminado el camino. Sentimos tanta felicidad como desazón por un final, que por otra parte, estaba claramente anunciado. Salimos celebrando. No increpamos a la autoridad, ni al clero, ni somos el terror de las nenas. Somos tres personas felices de haber vivido lo vivido y tener la suerte de compartirlo.
Nos separamos en la puerta del albergue. Yo quiero encontrar un sitio donde tomar algo a la par que termino el relato. Lo encuentro justo al lado, donde dos años atrás disfrutábamos de un concierto celta.
Ya ha cerrado todo, y sentado en un banco de esta centenaria ciudad, ahora casi solitaria, escribo esto a la par que disfruto de la historia que resuman sus paredes. Me encanta… más todo tiene un fin.
Fin.
¡Enhorabuena!. Además que parece que ha ido todo bien: alojamientos, ampollas, torceduras, tiempo…..
¡¡¡Me alegro!!! Ahora a descansar unos muy merecidos días.
Muchas gracias Aleeee!!! ; )))