Sábado 26 de Julio de 2025
El viaje en el viaje
En la línea de estos días pasados, seguimos viajando. Aunque esta fase del viaje la habíamos planteado más en plan relax, lo cierto es que los tres días pasados no hemos parado. Hoy, sin embargo, nos lo hemos tomado más sabático (o en plan hari sabtu, que se diría aquí). Nos levantamos sobre las 9 y nos echamos un cafecito en la habitación, ahora que tenemos calentador de agua, antes de subir a desayunar.
















No tenemos muy claro qué hacer hoy… de inicio, parece que no está tan radiante el día y algo revuelto el mar… ¿haremos mar o moto? En esto pensamos tranquilamente mientras nos tomamos nuestro kopi susu para desayunar (ya no queremos ni el arroz).
Aun con nuestros cafés, llega una pareja nueva a nuestro alojamiento. Hablamos un rato con ellos: David y Ana, de Madrid. Son auténticos nómadas digitales. Pasan medio año en Cádiz y el otro medio donde mejor les parece. Ahora llevan unos meses en Kuala Lumpur, Malasia. Trabajan con horario y calendario europeo, así que se han cogido el finde y dos días para venir aquí a pasar unos días. Charlamos un rato, incluso hablamos de compartir el barco para hacer el tour. Cruzamos WhatsApps y nos despedimos.
Cabalgamos nuevamente sobre el asfalto, viento fresco y libertad… vaya a ser que a la vejez viruelas y nos terminemos haciendo moteros. Sai siempre habla de comprarnos una autocaravana… ya le he dicho que empiezo a ver más creíble que nos compremos unas chupas de cuero y un par de Harley Davidson y nos lancemos a quemar la carretera… yo creo que doy el tipo, aunque tal vez sustituya la bandera sureña por una republicana…
Sobre la marcha pensamos que puede ser una buena opción no hacer nada especial, más allá de pasar el día junto al mar oyendo música decente. Al llegar a la entrada de Pasir Gapang, nos desviamos y volvemos a la cala donde anoche estuvimos oyendo música en vivo. Y hasta allí vamos directamente… está abierto, genial…
La magia vuelve a flotar en el aire… el día había amanecido con un cielo empañado por unas nubes finas que restaban color, pero a estas alturas del día, son las 12:30 aprox., las brumas se han dispersado y el día se ha tornado luminoso.
Tras dos cafés y a esas horas, ya nos ha entrado algo de hambre y, aunque sea por volar las horas hasta la cena, optamos por pedir el desayuno especial, una tortillita con su cebollita, ajetes y champiñones, que nos sabe a gloria… aunque tal vez podían haber limpiado algo mejor la arena de los champis.
De entrada nos habíamos sentado afuera, junto al mar, pero el chaval nos invita a sentarnos cómodamente más adentro, a la sombra del sol, y que nos va a poner música sideral… literal… según me siento, en un bafle que tengo a mi lado empieza a sonar «Wish You Were Here», de Pink Floyd… ¡wow! ¡menudo despegue!
Yo me entretengo con el móvil y me pongo a pintar con el pen. Sai, que le hace ojitos a todas las hamacas, no tarda en coger rumbo a una que tienen en el frente y se tumba a disfrutar de las vistas al mar, la naturaleza y los peces de colores. Pese a que el mejor momento para sacar fotos suele ser la hora de oro, justo antes de anochecer, nos sorprende lo vibrante que son los colores de todo cuanto nos rodea… vamos como en una nube, flipando… y más Sai, que flota en su hamaca voladora.
Aparecen David y Ana, que casualmente recalan allí, se piden algo y pasan un rato antes de seguir camino a las cascadas. Quedamos en vernos luego. Al par de horas, nuestro espacio es invadido por locales que con sus alegres carcajadas nos animan a alejarnos un poco, y buscamos algo de paz junto al mar, bajo la inmensa sombra de un inmenso árbol.
Es increíble con cuán poco se puede ser feliz. Dejamos que el tiempo se escurra entre nuestros dedos mientras vemos la marea alejarse y la tarde caer, tan solo hablando a ratos, jugando con los misteriosos dibujos que hace aquí la arena y ya está.
David y Ana vuelven a aparecer después de un intento infructuoso de dar con las cascadas. No pierden tiempo en meterse en el agua y darse un chapuzón. Pedimos las primeras cervecitas ya cayendo el sol y aterrizamos en una amena conversación sobre lo vivido durante este día y nuestras vidas pasadas.
Nos cuentan que se mueven en el mundo de las agencias de viaje. Montaron una empresa para ellos dos y aceptan encargos de empresas grandes para las que hacen desarrollos web a modo de subcontratas. Todo ello fue antes del Covid… como muchos otros emprendedores, las pasaron canutas, pero la locura por vivir y viajar posterior les ha permitido seguir a flote y ahora mismo les va muy bien. Hablamos de viajes y de su experiencia viviendo en diversos países. Mil anécdotas… las típicas batallitas de viajeros… Caen unas cuantas birras antes de hacerse noche cerrada. Son en torno a las 20:00 cuando pensamos en pagar y volver a nuestro hogar.
Les proponemos parar a comprar unas brochetas en el puestito de la carretera donde cenamos ayer. Les parece bien. Noche cerrada, en nuestras motos. Por suerte estamos muy cerca, la carretera es buenísima y no hay tráfico. Mientras piden la comida me acerco a un toko a comprar café, noodles y alguna guarrería más. Nos lo llevamos todo a nuestro alojamiento y, en la terraza común, nos lo comemos junto con la piña que llevamos cargando todo el día.
Charlamos otro rato más, pero ellos se retiran pronto. Se han levantado a las 6 y poco para llegar hoy a Pulau Weh. Sai y yo nos quedamos un rato, selección de fotos y relato. Ya hace un rato que Sai se ha ido a la habitación y es hora de cerrar este día, nuevamente mágico…
Selamat malam!!!