Lunes 28 de Julio de 2025

Cascada, playa y peces

El despertador suena a las 8, pero directamente lo apagamos y seguimos un rato durmiendo… remoloneando… unos cafés de sobre con nuestro hervidor… Cuando nos empiezan a hacer efecto, subimos a desayunar… otro café…

Tomando el café nos entretenemos en rellenar los formularios de entrada a Malasia. Es un rollo raro, porque David y Ana no sabían nada del tema, pero todos los que hemos entrado por Kuala, con los que hemos hablado, han tenido que hacerlo. Será una tontuna, pero en esos momentos, cuantas más cosas tienes resueltas mejor, que luego es un lío.

Después de eso ya estamos listos para coger camino. Habíamos decidido ayer ir a ver hoy la cascada y luego seguir hacia Sabang, a la zona donde están David y Ana, en la que ya hemos estado hace unos días y nos gustó mucho la playa. Nos entra un mensaje de ellos que van a las cascadas, pero luego se vienen a nuestra zona… ¡pues vaya coordinación! A ver si al menos nos cruzamos.

Salimos. El día vuelve a estar espectacular. Cuando Lorenzo se levanta con ganas, prefiero estar en la moto con aire acondicionado que en cualquier otro sitio. Nos estamos transformando… somos felices en moto… Sai dice que nos saquemos el carné a la vuelta los dos y yo creo que me voy a animar.

A Sai, Google Maps le está diciendo una ruta que yo no me creo. Cuando llegamos a la salida que yo creo que es, le digo que probemos aunque no sea, pues es poca distancia… En cualquier caso, antes de eso nos desviamos hacia la costa, ya que hay un puertito de pescadores que queremos curiosear.

Bajamos y caminamos a pie hasta la escollera. No es gran cosa el puerto, pero sí que nos ofrece algunas vistas bonitas del entorno. Volvemos a la moto y al camino que decía yo. No es que me las sepa todas, es que el cartel pone «Waterfalls» y a Google Maps en estos países hay que cogerlo con pinzas. El trayecto sube paralelo al cauce y no llega a 1 km. Termina la carretera y dejamos la moto.

No hay nada especial que contar, salvo que, según empezábamos, nos cruzamos con David y Ana, que ya vienen de vuelta. Nos cuentan su parecer y lo que van a hacer. Les recomendamos que, si van a nuestra zona, crucen al otro lado de la isla para ver las maravillosas vistas desde el mirador del otro día. Tal vez nos volvamos a cruzar al caer la tarde, a la vuelta.

Continuamos por la senda junto al cauce. Hemos empezado agarrados a una cuerda para cruzarlo. Algún tramo es bueno, pero en otros vamos saltando entre rocas y, en la parte final, vamos con algo más de tino, pues las rocas tienen musgo y algunas resbalan ligeramente, pero vamos, un paseíto. Después de menos de 20 minutos llegamos a la cascada… muy bonita… pero en mi cabeza resuena un grito: ¡Me cag* en la p*ta humanidad! ¡Cómo podemos ser tan guarros! ¿Cómo puedes venir a un sitio tan bonito y dejarlo todo lleno de mierda? Me abstraigo de todo… y trato de disfrutar por un momento del entorno… lo consigo, pero solo un ratín… Nos vamos…

La siguiente parada es Sabang. Vamos hacia el hotel de David y Ana, y en efecto está justo en la zona que nos gustó. Preguntamos por habitaciones… sí, pero solo para una noche… perfecto, más no queremos. Nos la enseñan… un bungalow sobre el mar con hasta neverita… no tiene aire acondicionado, pero con dos ventiladores nos vale… ¡genial! Ya tenemos nuevo hogar.

Nos gusta tanto que dudamos si ir a por nuestras cosas a Iboih y quedarnos dos noches. Les pregunto si podemos comer en el restaurante… yes… y, ¿sirven cerveza?… yes… uhmm… le digo a Sai que, sin forzar las cosas, hoy podemos pasar todo el día allí, como si ya estuviéramos, echarnos unas birras, comer, bañarnos e incluso probar el snorkel, que hay quien dice que no está nada mal… y ya mañana nos venimos temprano y al final nos puede lucir casi como si hubieran sido dos días. ¡Hecho!

Y eso hacemos. Son casi las 13:00, nos pedimos varias cervecitas, que disfrutamos sobre el mismo mar… Esto es lo que estaba echando de menos, disfrutar de cerca el mar, simplemente sentirlo al lado. A la hora y pico pedimos de comer y nos ponemos tibios. Medio pollo a la brasa, una ensalada griega, unas papas fritas y unos plátanos fritos de postre… madre mía, qué rico, rodamos de felicidad…

Nos bajamos a la playa, ni un paso, justo en frente. Playón de arena blanca con sus cocoteros y un mar tan limpio, que me lleva haciendo pensar un rato que tal vez sí que haya un buen snorkel allí. Nos metemos al agua y flipamos… no me lo puedo creer, tanto rollo de tours y de Iboih, para que al final, un hotel de la «capital» tenga mejor snorkel que todos los cutre tours y sus cutre spots?… La verdad es que flipamos… sin más. Agua como hacía tiempo que no veía de cristalina, coral de colores y formas diversas, y muchísimos pececillos… No hablo de un sitio al que venir solo por ello, pero sí que de estar por la zona realmente vale la pena y sin gastarte un duro. Salimos bastante afuera, hay corriente pero en paralelo y la costa es playa de arena. Optamos por ir nadando, despreocupados de la corriente, ya cuando vayamos llegando al final de la playa nos saldremos y vendremos caminando. No me alargo, eso hicimos y puedo decir que ha sido el mejor momento snorkel en Pulau Weh.

Después de salir paseamos hasta el otro extremo, luego nos sentamos frente al mar disfrutando el momento, hasta que se hacen las 18:00… hora de partir. Aprovechamos los servicios del hotel: vamos al baño, nos duchamos, nos limpiamos los pies y salimos de allí limpitos y cambiados de ropa…

De camino a Iboih, nos paramos en una zona con unas vistas increíbles de la bahía de Sabang, justo antes de la puesta de sol. ¡Wow! El resto lo hacemos del tirón hasta llegar a nuestro alojamiento. Realmente vamos muy cómodos y los cuarenta y pico minutos se pasan volando. Cuando llegamos falta bien poco para ser ya noche cerrada.

Vamos al comedor con los cascos. Llamo a Toni, mi suministrador de cerveza y quien nos proporcionó la moto. Tenemos pendiente pagarle la moto, le pagamos… son unos 23 euros por los seis días… Le hemos hecho foto al cuadro antes y después, para calcular los kilómetros. Han sido casi 300 km… no está mal…

Luego pagamos el alojamiento y les damos propina a las chicas. Este sitio no es especial, ni siquiera sé si recomendable, pero eso no es culpa de ellas, que han sido muy amables con nosotros y viven aquí en régimen de semi esclavitud (no hablo de un caso concreto, me refiero a la situación en general de la mujer)… nos parece de justicia.

Resueltas las cuentas, nos ponemos con las rutinas nocturnas, yo relato y Sai fotos. Cuando Sai termina se retira al cuarto a ducharse y yo sigo un rato hasta llegar a este preciso momento. Son las 23:11, lo voy a dejar aquí, subiré todo y lo publicaré antes de darme mi merecida duchita.

Besos de buenas noches… ¡Selamat malam!

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