Miércoles 23 de Julio de 2025

Explorando los confines

Dormimos a pierna suelta hasta las 9 y pico, aunque lo cierto es que Sai se levantó a las 6 y pico e hizo unas fotos desde nuestro balcón. Despertar tranquilos, nos organizamos y subimos a desayunar. Cuando llegamos, las chicas no están. Nuestro suministrador de cerveza nos ve y nos dice que han ido a comprar. Las llama por teléfono… ya vienen de vuelta.

Sai corre al baño. Yo aprovecho y llamo al coleguita de las cervezas. Le espero con nuestro calendario abierto en la mesa. Le señalo el día de hoy, 23 de Julio y voy contando los días que marca que estamos aquí… seis días. Le digo que queremos moto para 6 días, pero que me haga un buen precio. Me dice 80 mil… bien, es un buen precio, 4 euros… podría apretar, pero prefiero esperar. Luego le digo que a nosotros nos gusta tomarnos unas cervezas por la noche, como ayer… pero que quiero mejor precio, si no en cuanto encuentre una tienda me traigo un barril… El tipo se ríe y me dice que ok, que me vende el pack de 24 a 900 mil… no es un chollo pero es un pico más barato, no llega a 2 euros la lata… esto es razonable, dado donde estamos. Genial, le doy la mano, ¡tenemos un trato! Se ríe… menudo bisne se ha hecho.

Las mujeres llegan y pedimos arroz blanco con huevo, porque el arroz frito que pidió Sai anoche estaba súper picante. Desayuno simple y soso, pero alimenta. Bajamos a la habitación, nos preparamos y subimos a por nuestra moto. El chico va un momento a buscarla y luego nos lleva hasta ella, explicaciones básicas y cogemos camino. Pueden ser las 11:30.

Primero vamos al Kilometer Nol, el km 0 de Indonesia. No podemos, ni podremos decir que hemos visto toda Indonesia, pero sí de punta a punta… hemos estado en Papua y ahora en el otro extremo. El sitio tiene un monumento, que más que al km 0, parece dedicado a la desidia… Es una construcción enorme y altísima de hormigón y metal, en estado de ruina… en lo alto vemos planchas de metal mecerse… esperando una brisa que las libere… y tal vez matar a alguno de los pobres visitantes. En la zona hay unas pasarelas entre la jungla, con miradores con vistas a un mar bravo, que rompe con fuerza contra las rocas que hay abajo. A lo lejos, las siluetas de otras islas. Sai tiene un ataque de llamada de la selva inexcusable… la pobre termina haciendo malabarismos colgada de una barandilla… no entro en más detalles…

Volvemos hacia nuestra zona y seguimos hacia el sur. Paramos cerca, en el pueblo de Iboih. Aquí es donde tal vez debimos coger nuestro alojamiento. Es un pequeño puerto sobre la arena, con su pantalán y muchas cabañitas. Hay bastante oferta de comida y se nos disparan las glándulas salivares con el pescado a la brasa… incluso a Sai, que no es muy de pescado. Curioseamos la zona, preguntamos precios de tour, vemos las cartas, fotos en el pantalán, un sprite y en marcha. Son las 15:30.

Decidimos coger la carretera que cruza al lado de poniente (estamos en naciente). La isla es suuuuper bonita, de verdad… aunque no es grande, coge altura, así que hay mucha variedad de paisajes. La carretera es bastante reciente y está muy bien, pero tiene un trazado muy poco intervencionista, se desliza arriba y abajo, izquierda y derecha, siguiendo con fidelidad las ondulaciones del terreno. Tampoco se han desbrozado los márgenes y la vegetación invade continuamente el asfalto. La sensación final es que vas por en medio de la jungla, pero pisando asfalto. Está todo muy cuidadito y limpio. Los locales tienen sus casas muy bonitas… nada que ver con lo que vimos en la primera parte del viaje.

El lado poniente de la isla, al menos la parte norte, no tiene poblaciones, algún recinto turístico pero ni eso, prácticamente todo es jungla. Este es el lado de batiente por lo que veo, y hay más acantilados. La carretera no va pegada a la costa, y entre la espesura de la jungla y que los pocos accesos son privados, apenas vemos nada de costa en un buen rato. La carretera es casi nuestra, no nos cruzamos con nadie durante un buen trecho.

Por fin empezamos a atisbar algo, pero sin gran visibilidad ni acceso, hasta que de pronto se abre la vegetación… ohhhh. Paramos la moto en la carretera, y nos metemos por unas huertas, hasta donde parece que hay un mirador… Wow… Es una mezcla de zona caribeña, con otra de acantilados y roques como los que puede tener la costa norte de Tenerife, donde el mar bate con rabia. Pues eso, como el norte de Tenerife pero con la jungla llegando al mismo mar, un mar turquesa y esmeralda. Al irnos vemos allí a un hombre, no parece molesto. Le digo que es precioso. Me dice que va a montar un restaurante y unos bungalows… Buen negocio… el lugar es inmejorable. Seguimos.

En la misma zona, pero en el extremo de esa franja de costa vemos un mirador/restaurante. Paramos, es el sitio perfecto para pedir algo y disfrutarlo. Dentro tienen un warung, pero un señor nos cobra al entrar. Tengo la impresión de que a este no le bastó con el restaurante y allí el que entra paga… poquito pero paga. El espacio está súper bonito… de un enorme árbol cuelgan 3 columpios tan largos, que al balancearte parece que vas a salir por el precipicio para fuera. Sai grita de excitación cuando la empujo. Después de un rato disfrutando las vistas continuamos.

Tenemos la duda de si volver por donde hemos venido o dar la vuelta un poco más abajo y dejar ya vista al menos esta mitad. Optamos por continuar. Después de un buen rato solo cruzando la jungla llegamos a una playa de libre acceso… nos pedimos unos tés con limón y disfrutamos de las vistas de la playa. Continuamos ya seguidito, para evitar conducir mucho rato de noche. Del siguiente pueblo sale la carretera que cruza la isla hacia el lado de naciente. Realizamos el trayecto flipando con todo… nos encantan, las casitas, los paisajes… todo.

Llegamos al otro lado y justo en el cruce para tomar la carretera a Iboih encontramos una frutería. Compramos plátanos y una piña… uhmm. Vamos de seguido hasta el hostal. Al llegar aún hay luz en el cielo… son casi las 19:00… hemos hecho 53 km… Le hemos sacado provecho.

Duchita, una cervecita y nos vamos a cenar al restaurante del alojamiento de al lado que tiene buena cocina y el comedor está sobre el mar. Pedimos verduras con curry de coco y un pollo a la brasa, junto con unos tés con limón. Muy rico todo.

A las 21:00 vamos a la terraza de nuestro alojamiento. Tocan un cerves y redactar el relato. Ahora mismo son pasadas las 22:30 y es un buen momento para dejarlo por hoy. Me vuelvo a la habitación y termino de publicarlo en frente del mar.

¡Un abrazo grande desde el confín de Indonesia! Selamat malam!!!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *