Domingo 18 de Diciembre de 2022

Zipolite

Anoche finalmente cenamos en el hostal. Una sopa de hongos y unas tlayudas campera, con combinado de carnes. Muy rico, sin ser lo best. Lo mejor fue el chocolate con leche que nos tomamos después, con el frío que hacía nos supo a gloria. Lo acompañamos con las galletas y dulces que nos habían sobrado del día y nos pusimos bien. Luego un rato a oa fresca y a cama. Poco después de las 23 ya dormía.

Dormimos bien, bajo mil mantas. Jose como de costumbre es el primero en levantarse, yo sobre las 9 y Rulo algo después. Cafecito frente a las vistas en la terracita, mientras nos da el sol de la mañana que calienta con gusto. Pasamos media horita así, hasta que Jose y yo nos ponemos en marcha. Rulo se va a quedar en San José a la espera de una colega, nosotros rumbo a la costa, al calor de Zipolite. Haremos noche allí, y al día siguiente ya cogemos rumbo a Chiapas y al frío nuevamente. Nos despedimos de Rulo, carnal bien chido, deseando volvernos a ver, lo cual es factible.

Al llegar a la carretera, nos informamos. Los minibuses que van a Zipolite tardan entre hora y media, y dos horas y media, según la compañía. La otra opción es tirar a Pochutla y desde allí un (taxi) colectivo. Optamos por ésta ya que cuesta casi lo mismo y podemos salir en menos de 15 min.

El tryecto se nos hace un poco pesado, sentados al fondo. De hecho algunos vomitan de tanta curva cerrada. Sobre las 14:00 estamos ya en Pochutla, preguntamos donde se cogen los colectivos a Zipolite, es allí mismo. No tardamos en estar montados, junto con otra mujer. En 20 min estamos en la playa.

Tenemos alguna referencia de hostal, y vamos preguntando. La idea es encontrar una habitación con dos camas económica. Estas dos noches pasadas han sido unos 5€ noche (100 pesos) y la idea es tratar de no subir mucho de 200 pesos. El primero en el que pregutamos se pasa de presupuesto. En el segundo no está el dueño, y la gente anda un poco desfasada y no nos inspira. Finalmente llegamos al que en Booking aparece como el más barato, personal agradable al igual que el sitio. Por un poco más, nos lo quedamos: 500 pesos los dos.

Aterrizamos y al poco conocemos a Dave, un chico austriaco, con el que trabamos a hablar un buen rato. Yo me ducho y lavo la ropa, que dejo secando al sol. Jose aún sigue hablando con Dave, aunque al poco se marcha a dar una vuelta. Nosotros no tardamos en salir. Vamos hacia la playa que tenemos cerca. Aun falta poco menos de dos horas para el atardecer y queremos disfrutarlo en la playa. Estamos casi en un extremo de la playa y probamos por ese lado. Según termina la playa probamos a ver si hay algún camino que salve la ladera, pero pregutamos y nos dicen que no, que mejor desde el otro extremo y allá vamos. Al poco, nos encontramos con Dave, que se une a nuestra marcha.

La playa es bastante larga y la carretera y todos los alojamientos, locales de comida etc., está dispuestos a lo largo de la misma. La zona que le dicen El Adoquín, en una calle paralela Interior, peatonal llena de puestos a un lado y otro, de ambiente muy agradable. Según vamos avanzando miramos si algún sitio nos convence para comer, pero no. Luego volvemos a la playa, jalonada por terracitas y chiringos, y caminamos hasta el mismo extremo.

Allí nos sentamos frente al mar, y con unas cervecitas, tenemos una plática bien chida, hasta que el sol hunde su flamígero ser en las profundidades del reino de Neptuno. Desandamos nuestro camino por la playa, cielo rojo, siluetas que a contraluz pasean, el rumor del romper de las olas… Si no hay ser superior, le agradezco al Universo esta suerte de combinación molecular, que me hace ser ser vivo, y conciente de este amable momento…

Al poco encontramos un sitio de apariencia menos turistica donde comer. Quesadilla vejetal Jose y tlayudas de carne asada para Dave y para mi. Contundente, sabroso, pero por top tengo las cenas en Mazunte… Volvemos. Jose se ha quedado con algo de hambre y buscamos algun sitio. Al final me quedo escribiendo el relato en una tarraza y ellos se van al hostal.

Me pido una michelada, ya se yo que no me va a gustar cerveza con zumos o historias, pero alguna debo probar. Es curioso, me sirven una jarra con zumo de limon y llena de especias, lima y sal y el tercio. A priori hubiese dicho que no me iba a entusiarmar, pero no me desagrada. En lo que escribo el relato, le pido un par de cervezas más y simplemente relleno la jarra… me va gustando, eh!

Al poco de estar allí me encuentro con Edwing, uno de los que conocimos en San José, y no esperaba encontrarme. Es un viajero del Salvador que lleva mas de 10 años cruzando Centroamérica, y tendra la mitad de los míos. Sigue con su película, nos vemos luego, me dice. Al poco me encuentro con Nadia. Se sienta a mi mesa y hablamos un rato. Ella es de Suiza, y aunque en inglés no se maneja, se resuelve muy bien español. Ella es la colega de José y con la que estuve unos días en Mazunte. Va con el grupo de Edwing, se conocen muchos de ellos por estar en el mismo hostal. Aviso a Jose, que al rato se acerca. Yo me echo una percusión con los tambores del mundo jipi y al poco me piro al hostel. Hace veinte años me hubiese quedado con el personal, pero ahora me basta un rato de parranda… ; )

Al llegar al hostal, me encuentro que David sigue en la terraza. Está hablando con Ama Ahm, israelita, nos presentamos. Hablamos un rato, es curioso todos han estado en Tenerife ; ). Se va Ama Ahm y sigo de momento místico con David. Llegado el momento se retira y yo aprovecho para rematar este relato.

Me echaré un cigarrito más y pa’ mi nueva cama.

Un beso muuuuu grande!!!

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