Viernes 26 de Agosto de 2022

Macacos

Nos levantamos a las 7, terminamos de recoger, nos tomamos un te y un bollito en la habitación y salimos. El del grab que nos lleva al aeropuerto, nos interroga. En general son todo muy amables aquí, quieren saber de donde vienes a donde vas y tu opinión sobre mil cosas. Al preguntarme sobre las diferencias en Sarawak y Sabah. Yo comento lo de los precios y que hemos encontrado más caro Sabah y tal pez con más pobreza. El nos confirma lo de los precios, que hace poco estuvo y le sorprendió que eran bastante más baratos. Por lo que voy pillando, cada uno de los estados debe tener bastante independencia. De hecho en Sabah, todo hace referencia a Sabah, casi parece que no exitan otras zonas, como si esto fuese un país diferente.

En el aeropuerto todo bien. Pasamos los controles sin problemas. La historia de los cuños al pasar de un estado a otro supuestamente estaba resuelta, pero nos inquietaba que pudiese suponernos algún nuevo tropiezo, pero no. El vuelo sale con unos 30 minutos de retraso y es el más largo, unas 3 horas, pero nuevamente caemos muertos.

Al llegar a Kuala Lumpur nos vemos con el tiempo bastante ajustado. Para aprovechar el tiempo al máximo hemos pillado un tour que nos lleva a ver las cuevas de Batu, pero tan ajustado, que con el retraso del avión no sabemos si vamos a llegar a tiempo al hotel donde nos recogen. Cogemos un grab y le comentamos que vamos ajustandos, y se lo toma en serio porque sin llegar a hacer locuras, va bastante ligerito. Le damos algo de propina, ya que llegamos algo antes de la hora. Lo justo para hacer el check-in, pero ni entramos a la habitación ya que en cualquier momento aparecen.

Esta vez si hemos tirado la casa por la ventana. Es la última noche ya que mañana nos vamos por la noche. El hotel esta bastante cerca de las Petronas, con su piscina infinita en la azotea y una habitación de escándalo… creo que nunca había tenido una tan jurrrr… Aun así, tendremos que esperar a volver para verla.

Nos recogen pasadas las 14:30 y montamos en un bus que ha ido recogiendo a otros. Después de parar a por los últimos, toma rumbo a las cuevas de Batu. Durante el trayecto, el guía coge el micro y nos va contando un poco la visita así como un resumen de la historia del país. La verdad es que el punto de partida de este país es interesante. La mezcla de culturas china, indu y malaya, y sus respectivas religiones, hizo que este país naciese con los principios de integración y respeto en su ADN. Habría que escucharlos a todos, no será perfecto, pero la impresión que me ha producido es justamente esa.

Al llegar a Batu, nos dan una horita para la visita. Avanzamos hacia un macizo rocoso, frente al cual se haya una colosal estatua dorada de unos 30 metros. Detrás de ella hay una escalinata de 272 escalones, que asciende hasta la entrada de la cueva. Todo aquello ha sido consagrado como templo hindú… y por un momento me transporto a la India. Los macacos corretean por los aleros del templete que da acceso a la escalinata. Las mamas monos van con sus babies colgados en la tripa. Saltan entre los turistas que les dan de comer y les sacan fotos. Mientras subimos, muchos monos bajan, algunos se deslizan por el posamanos con gracia y agilidad. La escalera se las trae, pero paramos varias veces a sacar fotos de las vistas.

La cueva es tan impresionante, que la estatua queda reducida a algo anecdótico. La cueva ha sido consagrada a una deidad hindú a modo de magestuosa catedral natural. Las estalactitas le dan ciertamente un aire de catedral gótica. Dentro de la cueva hay un pequeño templo, al que accedemos descalsos. Música india resuena con gravedad. Que bonito es… Al fondo de esa cavidad hay una escalera no muy larga que sale a otra caverna cuyo techo cayó hace mucho tiempo y por el que entra la luz del sol. Desde arriba desciende una cascada de vegetación. Al desandar nuestros pasos, vemos que que han empezado una ceremonia en el templete. Los responsables del ritual se acercan a la hornacina, la abren y comienzan a verter cubos de agua sobre el dios. Miramos con atención todo aquello.

Bajar es mas fácil, pero no menos bonito. Se ha pasado la hora en un santiamén, volvemos al bus. Sabemos que nos llevan ahora a ver algún tipo de fábrica, la típica turistada. Al final se trata de una fábrica de todo tipo de objetos de metal como esculturas, joyas, trofeos, etc. todo hecho a mano, sin ningún tipo de maquinaria. Muy bonito, pero nos interesa cero. Al rato volvemos y el bus nos deja en nuestro hotel.

Subimos a la habitación llenos de curiosidad. Buahhh… menuo lujo. Supera con creces las expectativas… Subimos a la azotea en bañador y nos damos un chapuzón. Ante nosotros la vista de la ciudad. Pensar que hay quien vive y viaja así… En el fondo tampoco lo elegiría como estilo de viaje, pero de vez en cuando, estos lujos son una maravilla…

Una duchita y pa’ la calle. No sabemos que hacer, no lo teníamos previsto. Optamos por tirar a la zona de Bukit Bintang, y acabamos en un hindu. No hemos comido en todo el día, salvo unas barritas y unos manices, así que comemos con ganas una comida correcta sin más. Luego damos una vuelta por el espectáculo de calles repletas de terrazas. La gente bebe cerveza y come todo tipo de comidas… la riqueza de tal mezcla cultural también tiene en esto su reflejo. Sobre las 22:30 optamos por volver al hotel y tomar algo en la terraza. Son las 00:00 esto ya cierra y nosotros nos retiramos

Besos desde la península malaya!

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