Domingo 23 de Enero de 2022
Paseando Mombasa
Duermo como un lirón desde las 23:00 a las 9:00. No me entero ni de los monos que suelen andar por aquí, ni de los berridos de los bushbabies, ni de la música que dicen que sonaba desde algun luhar cercano. El taxi nos pasa a recoger a las 11, asi que tenemos tiempo de sobra para de recoger, hacer las mochilas y desayunar tranquilamente.


















































Mientras desayunamos aparecen Carlos y Rasa. A ellos les queda más aquí pero se vuelven antes a Irlanda. Nos despedimos con cariño de ellos, son una pareja muy interesante y agradable. Ya hemos cruzado teléfonos y Facebook, así que engrosan la familia de amigos que desde hace años ha ido creciendo a golpe de viajar, y que seguimos en sus viajes por el mundo. Adios… adios…
Le pedimos al taxista que pare en Carrefour para sacar pasta en el cajero de al lado. A Sai le rechaza la tarjeta, yo saco por los dos. Estas son de esas cosas que en estos viajes puede ser una fuente de problemas, y de hecho en más de un marrón me he visto por no poder sacar dinero en días. Llevamos 2 tarjetas cada uno y en este caso las mias van bien. El tema del dinero en Ke ia no es complicado. Los parque y los sitios más caros los pagamos con tarjetas. Los alojamientos mas simples simpre con moneda. El billete mas grande es de 1000, que al cambio son unos 8 euros, y aún así es conveniente cambiarlo, porque hay muchas cosas que es mejor pagar con billetes de 100.
Al ser domingo, la carretera a Mombasa no va muy colapsada y en menos de una hora estamos entrando en Mombasa. Cruzamos el canal en ferry y ya vemos que realmente hay poca gente y la mitad de las tiendas cerradas. Esta claro que nuestra visita será más cómoda, no se ve la locura de gente que vimos al pasar por aquí el miércoles, pero también será una pena no disfrutar un poco de esa locura.
Llegamos al hotel. Es nuevo bastante moderno y ahradable. Un hotel pensado más para gente de negocios que para turistas, de lo más económico y agradable cercano al centro antiguo. Viajar mola, pero el cerebro agradece lo diverso, y entrar en una habitación al estilo occidental, baño fino, cama buena y aire acondicionado produce un cierto placer, después de tanto trajín, eso sí con dormir en un sitio así cada 2 semanas me bastaría…
Nos damos una ducha y reorganizamos nuesteos bolsos. Mombasa pinta bien, pero no somos ilusos, es una ciudad que puede entrañar riesgos si estas en el lugar/momento inadecuado. En general recomiendan a los occidentales no andar de noche por las calles y eso en Mombasa lleva un x2. Dinero justo e incluso pasaportes en el hotel y pa’ la calle. Antes arreglamos con la recepcionista un taxi para ir mañana al aeropuerto y le preguntamos por un sitio para cenar esta noche.
Son las 14:00 y queremos dar una vuelta por el casco antiguo. A poco caminamos ya estamos en el mercado de Mombasa. Nos encanta, como todos los mecados populares del mundo. En este hay mucha fruta y especies. Paseamos sacando fotos mientra somos animados a comprar de todo. No son pesados. Al salir vemos un poco lo que nos temíamos, muchas tiendas cerradas, la mitad aprox, así. Un hombre que ha seguido con nosotros por el mercado nos guía a su tienda. Nos ha parecido amable, y le seguimos. Sai tiene intensión de comprar telas, ropa o bisutería si encontramos… pero parece que la oferta no va a ser mucha con tanto local cerrado. Sai se prueba varios vestidos pero no lo ve claro y nos despedimos sin presión.
De allí queremos empatar con una ruta por el casco antiguo que sale en la Lonely. Estamos casi al lado así que callejeamos, cruzando por callejas. Al ser domingo en muchas callejuelas no hay apenas gente. El estado de los edificios es muy muy penoso. Varias veces hemos cruzado vahos pestilentes, que luego vemos… en algunas partes las aguas negras van al aire libre o hay bocas abiertas… el olor es nauseabundo… se aguanta un poco la respiración y se sigue. Pese a todo, y mas según nos acercamos a la costa, la edificación es muy antigua y hay partes en las que se ve con claridad el vestigio del esplendor de tiempos pretéritos. Los portugueses tuvieron una plaza en Mombasa, construyeron un fuerte que aún está en pie y visitaremos. Las casas coloniales, abalconadas son presiosas aunque les falte un soplido para venirse a bajo. No se si es por la influencia portuguesa en Canarias, pero algunas casas me recuerdan a los caserones señoriales de La Laguna, La Orotava o Santa Cruz de la Palma. Tambien me recuerda a algunas ciudades coloniales de Haití, esa sensación nostálgica que produce percibir un explendor que ya no es. Te puedes teletransportar en el tiempo e imaginar como pudo ser todo aquello.
Todo ese pasado se combina con callejas propias de cualquier zoco o medina, con ropas tendidasa, fachadas tan degradadas que parecen tener los impactos de artillería, sacadas de Beirut. Las mezquitas se ven a cada poco. La población de Kenia es principalmente cristiana, en torno al 80%, mientras que la musulmana ha ido creciendo y anda en torno al 10%. Geográficamente todo el interior es principalmente cristiano, mientras que la presencia musulmana se percibe mas claramente en la costa. Desde hace siglos ha sido así, de hecho los principales de Mombasa acudieron oidiendo ayuda a sultanes arabes para que les ayudaran a liberar la ciudad de los portugueses, cosa que terminaron logrando. Cuando le preguntaba a nuestro driver John, sobre la integridad de Kenia, me decía que todos se llevan bien y no hay fracturas Pero hablando en Diani con el conductor de un tuktuk, me decía que los de la costa querian formar una republica, no me daba mucho argumento, aunque el tema religioso salió, tampoco se si es un sentimiento extendido, pero me dió pena pensar en que ocurriese algo así.
El paseo continua. Ya no es como antes, con nuestras tarjetas de datos locales y el móvil, ahora un viajero puede entrar y salir de un laberinto. Pasamos por las casas señoriales de la autoridad portuaria, y edificios similares, hasta que topamos con un hotel pegado a la costa. Creo que ya he comentado en otros viajes, que he aprendido a meterme en los hoteles, cosa que antes, si no estaba alojado nunco hacia. Lo cierto es que en la mayoría de ellos, puedes entrar a su restaurante sin problema, y que muchos estan construidos en enclaves que destacan por sus vistas, cuando menos el hotel es una muestra refinada del estilo local, y no hay coca cola lo suficientemente cara, que no valga la pena pagar para disfrutar lo que el hotel ofrece. En este caso, el restaurante da a una de las entradas de mar, descendiendo en varios niveles, llenos de mesas con agradables vistas. Mombasa ea una isla. Está encajada en un entrante de mar que forma vericuetos con «mares internos». Se entiende bien que en los tiempos de la expansión marítima, se convirtiese en un puerto importante.
Nos sentamos en una mesa, sin intención de comer mucho pues luego teníamos idea de ir a cenar al que nos indicó la recepcionista del hotel. Hay muchas mesas y estan llenas de gente local que claramente pertenecen a otra clase social, que los que nos hemos encontrado entre callejas. Los platos tienen buena pinta y las bebidas también. La zona es claramente musulmana, no hay cerveza. Nos damos a la bebida sin alcohol, y flipamos con el zumo de tamarindo, caen varias rondas. Pedimos en plan picoteo unas samosas, kebab, otras tortitas, una especie de empanada y shawarma. Está todo muy muy rico. Nos gusta especialmente el kebab, que nada tiene que ver con lo que conocemos allá. Es una mezcla de carne picada con verduras y especias, y frito con forma de salchicha. Después de un plácido rato alli, continuamos.
Nos dirigimos hacia el Fort Jesus, que como comentaba antes, construyeron los portugueses. Lo cierto, que descubrimos leyendo los cartelitos informativos, es que el fuerte se construyó siendo Portugal parte de España, así que ya saben quien lo construyó. Tenemos suerte de estar allí, porque casi a la par, a Sai y a mí, nos dan sendos apretones y podemos aliviar nuestros problemas con facilidad. El cartel situado en su exterior, resa que fueron remodelados por una ministra encantadora en 2016… bravo por ella!
La tarde va cayendo y queremos ir desandando el camino para andar por el hotel antes de que caiga el sol. Subimos por otro lado siguiendo la ruta de la Lonely, pero a la mitad nos desviamos por las callejas nuevamente buscando la calle principal, donde está tanto nuestro hotel como el sitio que nos recomendaron. El paseo nos permite asimilar la realidad de un domingo por la tarde, niños jugando, gente que sale o va a las mezquitas, mujeres con y sin burka…
Al llegar a la calle principal enfilamos al sitio recomendado. Es una la cafetería elegante que perfectamente podría estar en cualquier capital europea. Nos sentamos, las mesas estan llenas de hombres que tomas cafes, tes, batidos o comen. Nos indican que hay comedor abajo, pero preferimos aquello. La carta es muy completa, perfectamente podriamos cenar, seguramente muy bien. Pero no hace nada que hemos comido y tenemos sed y caen unos slashes de piña y limón… espectaculares.
Pasamos un rato allí, se nos hacen las 18:00, hora de retornar. Volvemos a pie pues es una calle amplia que nos da confianza y es todo recto. Algunos indigetes nos piden vete a saber que, pero no agresividad ni insistencia. Compramos tabaco en un puestito y un par de cerves y seguimos. El hotel esta en la misma calle y no tardamos en llegar. Llegamos muy bien, pero lo cierto es que esas calles ya no eran nuestro lugar. Llegar a nuestra habitación con un confort y diseño 100% occidentales, que cual burbuja te hace sentir tan seguro y comodo que en mitad de Madrid, nos hace pensar…
Me fascina, me estremece y me apena. Que fácil es para algunos vivir en este mundo, lleno de mundos, que cual burbujas, permanecen casi inconexos. Hay ricos que saltan de isla privada en isla privada, fuegoneta de lujo y avion mediante sin apenas percibir la miseria, a veces casi infrahumana en la que vive una gran parte de la población. Cuán cerca y cuán lejos, esta mi habitación de hotel de las vidas de los que apeno disto cien metros… Que difícil para otros, que siendo pobres viven en otra burbuja, y ni tan siquiera intuyen lo que tienen al lado. El salario de un trabajador medio oscila los 100 euros. El taxista que nos trajo hoy a Mombasa nos cobró unos 32 euros. Las desigualdades son tremendas, si vives cerca de la máquina de dinero, aquí vives de cojones, mientras tu vecino cuenta granos de arroz. Me apena que siendo matemáticamente posible, el ser humano incluya en su see una irracionalidad tal, que permita este nivel de injusticias…
Desde la ventana de nuestro estupendo hotel, los enormes árboles llegan hasta este tercer piso, y dan sombra al cementerio de la mezquita que tenemos al lado. La noche cae con la oración, que resuena por los altavoces. Desde la ventana escribo este relato mientra veo a los fieles entrar, luego salir y al resto de la ciudad ir poco a poco, apagando sus luces.
Mañana avion a Lamu…