Jueves 27 de Enero de 2022
La Capita‘
Sin prisas nos levantamos y ducha. Tenemos todo listo, así que tranquilamente desayunamos. Habíamos entendido al guía que se pasaba mañana por aquí, pero no ha venido, y uno de los del hotel nos dice que vayamos al embarcadero para cojer el bote a las 10:00. Por un momento temo que nos hayamos rezagado esperando al guía y perdamos el bote. Vamos rápido y vemos salir uno, pero segun llegamos nos preguntan y nos conducen a otro. Hay que esperar un poco a que se llene más, pero sobre las 10:20 sale hacia la Isla de Manda. Llegar al embarcadero, y paseo a oie hasta el «aeropuerto». Es tan pequeño, que tienen un listado con los pasajeros del día. Según pasas el control, te buscan en la hoja y te marcan. Control y check sin problemas.


































Esperamos casi una hora hasta que llega nuestro avión, con un poco de retraso. Mientras salen unos caminando nosotros vamos a pie hasta el avión. El equipaje lo traen del avión en un carro que tirado por una persona… que pena, hubiese sido lo más grande que lo transportasen en burro. Salimos con 20 min de retraso, a Nairobi es hora y poco. Llegamos esta vez por otra parte del aeropuerto y vemos que no es tan pequeño como noa pareció el otro día… esto tiene más sentido. Al ser un vuelo doméstico, no tuvimos que pasar por visa, control covid y en un momento estamos fuera. John está por aquí pero en otra terminal. En nada se acerca a recogernos. Gran reencuentro y grandes risas, en nada estamos rememorando los menores momentos y cantando y dan palmas con su música. Hoy lo acompaña el colega que está un poco de aprendiendo el negocio.
Tomamos rumbo a un mercado local, pero antes hay que lidiar con el tráfico… jeje que locura. Estamos llegando en torno a las 14:30 y decidimos ir antes a comer. Nos lleva a un restaurante local con muy buena pinta, principalmente carnes. Pedimos unas cervezas, unas samosas, salchichas, pollo y ternera en salsa, espinacas y una especie de pure de papas que aquí mezclan con algunas hierbas, maiz, etc. En lo que llega la comida compartimos las aventuras con ellos. John se mea de la risa con nosotros. Que alegría verlo de nuevo…
La comida llega, estan muy ricas las salsas, pero aquí ocurre lo que en china. Me vienen a la cabeza las palabras de Simón hablando de China, es cultura milenaria, con tantos refinamientos y conocimientos, y que en miles de años no hayan aprendido a despiezar una vaca o un pollo, parece que las carnes se cortan a martillazos, de modo que en la comida no solo hay nudos y partes con tendones, sino una miríada de astillas de huesitos que reducen el disfrute de la comida. Eso en Kenia también es muy habitual, este la carne mejor, peor, más blanda o más dura.
Nos da un poco de sopor la comida, pero John no nos deja parar mucho… al mercado! Durante el trayecto nos sorprende que no sorprenda… los puesto, la gente, los contrastes, chabolismo, modernidad y lujo, carreteras semi destruidas o a medio construir… ya nos resulta una paisaje casi normal… cotidiano…
John nos lleva a un Carrefour, puesto que al lado, realmente parte del mismo edificio, hay un mercado masai? Subimos y nos encontramos con toda una planta, tirando a penumbrosa, que casi me recuerda a una planta de garaje elevado, llena de puestos de pulseritas, elefantitos de todos los tamaños y maderas y mil tontunas más, como alguna que hemos comprado. Vamos un mercado pa’ turistas, a rebozar de souvenirs… si realmente buscarmos regalitos y tal, pues vale, porque si el aminalito de madera está ahí no creo que exita. Horrorizados le decimos a John que lo que queremos es ir a un mercado local, los de la gente de aquí, donde compran su comida. Se ríe, nos entiende, nos dice que ok, que hay uno cerca y tiramos.
Segun vamos llegando, ya se ven muchos ouestos en las zonas aledañas. El ambiente es genuino. Antes de llegar a aparcar, se forma tal pisfostio de tráfico que nos quedamos atrapados un buen rato. En una de esas callejas, vamos con la furgo, nos siguen N vehículos de todo tipo, motos, coches, furgonetas, buses escolares, todo bien calzado con transeuntes, y una calzada de todo menos buena. De frente otros tantos vehículos y un camión. Algunos medio cruzados, avanzando en ambos sentidos sin orden ni concierto alguno… A mi me da un ataque de risa, madre mía que locura! Y sin embargo la gente no se grita ni se desespera, es parte de la vida diaria y así lo viven… pole pole…
Cuando conseguimos aparcar por allí cerca, volvemos caminando para pasearlo un poco. Primero vamos por una parte techada, que no con techo, mas bien todo un tinglado de chapas y telas, que cubre una amplia zona, como la de cualquier mercado nuestro. El ambiente es oscuro, algo de luz solar que se filtra por aquí y por allá y puntos de luz sobre algunos puestos. No es que sea tenebroso, simplemente es oscuro y precario, porque la verdadera luz son los puestos rebozantes de frutas tropicales de todo tipo, verduras y hortalizas. Cruzamos varias veces en distinto sentido, barriendo un poco la cuadrícula. John va como pez en el agua. Al parecer esta zona la transita con frecuencia y son muchas las veces que se para a saludar a la gente. Suponemos que se rien y le preguntan que hace con 2 msungus, que es como nos llaman a los de fuera, y que en suajili significa algo así con despistado, mareado. Todos rien. Está claro que John es un tipo apreciado. En uno de los puestos, nos presenta a su madre! es lo que entiendo inicialmente, pero luego me explicaría que es como una madre adoptiva, de cuando vino a vivir a Nairobi. Después de dar vueltas un rato volvemos al coche. Van a ser las 18:00, hemos quedado con Elsa a las 20:00 para cenar en un hindú. Durante un rato dudamos si seguir con John por ahí o vernos en el restaurante. De entrada decidimos ir hacia el restaurante aunque, de camino pasamos por la casa de Elsa y finalmente decidimos quedarnos ya aquí, así soltamos bartulos nos duchamos y ya vamos con ellos. Nos despedimos de John hasta el sábado. Hoy le hemos dado lo que nos pidió, aunque nos parecía mucho, pero en parte también el tramo de Amboseli a Diani fue muuuuy largo y al final tuvo que hacer noche en Mombasa cuando el pensaba volver del tirón a su casa. El por su parte nos dice de quedar para el sábado noche y que el nos lleva al aeropuerto… toma y daca.
Al bajarnos vemos a Laura y a Telmo jugando a futbol con los niños de su complejo de apartamentos. Me encanta verlos, niños y niñas, blancos y negros, hablando en inglés. Subimos a la casa, saludos, resumir experiencias, ducha ropa limpia y a la calle de nuevo. Nos vamos en su coche hasta un restaurante indú que le han recomendado a Elsa algunos amigos indues. Nos cuesta un poco dar con él, porque no han ido antes, porque no esta muy bien señalizado y porque está en la segunda planta de un edificio.
Pedimos variado para compartir y sin excesos que aun resuena.el almuerzo. La comida esta deliciosa, unos dal, un biryani, un tika masala y alguna cosa más. Ñam! Charlamos de todo, pero sobre todo de Kenia, sus virtudes, sus problemas, de la vida aquí… Sai y yo como siempre, nos decimos que podríamos venirnos a vivir a un país así sin problema…
Terminada la cena nos volvemos a su casa y yo me quedo por fuera escribiendo este relato diario, al que cada vez le quedan menos días por delante…
Mañana más Nairobi… buenas noches!!!