Miércoles 26 de Enero de 2022

Shela

Nos levantamos a las 8:00 aunque me hubiese quedado una hora más y descansar como dios manda. Desayunamos en el salon tranquilamente, nos pasamos casi una hora allí disfrutando de la estancia. Menuda casa que tenía el árabe… es casi un pequeño palacio, de la cantidad de estancias, todas a distinto nivel…

La idea hoy es irnos hasta Shela, otro de los poblados, son 5 en total. La isla puede ser el doble de La Graciosa… no creo que se pueda hacer en un día caminando por la arena. En uno de nuestros paseos por Lamu, vimos que en el extremo del pueblo, dirección Shela, había un montón de motoristas, en la tipica pose de esperar pasajeros, así que supusimos que podríamos ir allí para wue nos llevaran a Shela. No hay mucha distancia, hora y pico caminando, pero queriamos tener tiempo de ver el pueblo y luego ir a la infinita playa que empieza a continuación. Lo cierto es que en toda la zona que estamos, la plataforma costera es plana pero sin arena y teniamos ganas de tubarnos un rato al sol y bañarnos.

El paseo en moto es divertido, la carretera de obstáculos y hoyos, les obliga a alternar calzada con acera, esquivar burros cargados, bajar a la playa y cabriolas varias. En unos 15 minutos estamos en Shela. Esto es otra historia… dar dos pasos y percibir un ambiente totalmente distinto. Está claro que esta es la zona turística, casi todos los edificios, hoteles y demás, no tienen ese punto decadente, todo esta cuidado, renovado o es nuevo. Se huele el lujo y el dinero. Sin lugar a dudas es más bonito, aunque sin lugar a dudas me gusta más Lamu y su autenticidad.

Nada más llegar nos encontramos con los «astilleros». Nos liamos a charlar con el hijo del maestro de ceremonias. Nos cuenta que tardan entre 3 y 4 meses en hacer uno del tamaño que vemos. Usan por lo menos 4 maderas, siendo la mas importante la del manglar. Dado que ya vive en agua salada, su resistencia al deterioro es enorme. Además, como crecen curvados, aprovechan la forma natural para la curva de la quilla. No explican que los tablones después de humedecerlos con calor los van curvando para que tome la forma apropiada. Nos muestra una ristra de fibra, que creo entender que es algodón, y nos enseña como la usa para rellenar las imperfecciones entre tablones, así como para ajustar los resquicios en los taladros de para los clavos. Su taladro no es electrico, se parece con la herramienta de los masai para hacer fuego, pero con un arco con cuerda para facilitar la rotación. Bromeamos con que parece un violín. Tanta explicacion siempre espera recompensa y algo damos, merecido está.

Damos unas vueltas. Esta lleno de tienditas, muchas de ellas muy cuquis, dignas de cualquier pueblito costero del Mediterraneo. Nos paramos en la menos turística y salimos con unas cuantas tallas de animalitos, que teniamos pendiente. De allí bajamos hacia la orilla. Damos con un hotel que tiene el restaurante junto a la costa, y que ya habíamos visto desde el bote el día que fuimos a ver atardecer. El sitio es delicioso, con mesas y bancos frente a la costa, resguardados bajo la sombra de árboles y toldos. Nos echamos unas cidras de Tusker, una de las cerveceras nacionales, y pasamos un buen rato deleitándonos con la vista. Relax…

Pasamos una hora larga antes de irnos a la playa. Es imeeeeensa… la marea esta bajando pero es todo arena. Caminamos un rato antes de cansarnos del hundir nuestros pasos en la arena. Todo es perfecto, buehhh… me falta una sombrilla, pues bajo este sol no podré estar más de un par se horas… y ya puestos, el chiringuito.

Pasamos en el agua lo suficiente para salir arrugados. El agua caliente pero sin llegar al modo sopa, con alguna corriente frequita. Pese al viento y lo que esperábamos no hay corriente. Nos tumbamos un rato, casi me duermo. Me preocupa que el frecor del viento camufle una insolación. Ya tenemos días de exposición y vamos encremados, pero esto es casi ecuador y aunque no lo parezca pega.

Volvemos al mismo hotel de antes y pedimos algo para comer ligero, ya que esta noche pensamos darnos una buena cena. El sitio nos atrapa, podemos pasar otras dos horas allí. Ya apunto de irnos empiezan a bajar locales con burros. Cada uno con uno, hasta juntarse por lo menos 20 borricos. No entendemos muy bien en que consiste el evento, los guiris se mezclan con los locales sacando fotos. A algunos burros les han puesto coronas de flores, y a otros los untan con algo… Al irnos nos acercamos. Pensamos que puede ser una especie de carrera de burros? Finalmente nos enteramos que todo aquello consiste en un certamen de belleza para burros!!! Nos partimos, menua tontuna…

Volvemos a la entrada de Sheila, donde nos dan caza dos motoristas. Volvemos con ellos, esta vez una parte por la playa al haber bajado la marea. A pie seguimos hasta nuestro hotel donde nos duchamos y empezamos a recoger todo para mañana. Nuestro guía estuvo esta mañana por aquí, y le preguntamos por el desplazamiento al hotel, salimos a las 12. Nos dijo que con salir a las 10 está bien. Nos dice que mañana viene a «escoltarnos» hasta el embarcadero. Así que con las cosas casi preparadas, mañana podremos levantarmos sin agobios.

Son casi las 17:00 cuando salimos de nuevo a la calle, con intención de ir a un café que le teníamos echado el ojo. Al pasar por la plaza principal, vemos que están montando el cine, como ayer. El café está cerrado y no sabemos de ningún otro sitio guapo salvo el restaurante al que hemos ido estas noches. Justo al lado nos encontramos con Simba (que no Simbad como había entendido), nos saluda efusivamente, Sai me recuerda que se nos pasó darle algo de propina como a los otros y se la damos. Tan a destiempo le sorprende gratamente y nos lo agradece. Me pide el teléfono para llevarnos gratis mañana a la playa, le decimos que nos vamos pero se lo doy igualmente. No tarda en mandar un saludo dando las gracias de nuevo…

Nos sentamos en el restaurante. Nos pedimos una cervecita y aunque pensábamos ir a otro sitio a cenar finalmente lo hacemo allí. Sentados junto al mar y a la algarabía de los pescadores que no paran de sacar atunes enormes de los barcos… y mientras, cae la noche.

Antes de irnos he acabado el relato diario. Puede que vayamos ahora aun local donde ponen musiquita y de allí pa la cama. Mañana nos vamos de aquí. Me da pena, hubiera apurado hasta el final, pero hemos quedado en pasar unos días con Elsa en Nairobi, que quiere mostrarnos la ciudad…

Adiós Lamu, adiós…

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