Domingo 5 de Enero de 2020
Cuevas y marcianos
Hoy nos levantamos poco antes de las 7:30. Anoche llovió bastante, pero no fue lo de antenoche. Preparamos cafecito, y nos sentamos fuera a organizar un poco las fotos… Vamos a un ritmo de +1 GB de fotos videos diarios, y eso que apenas hemos usado la GoPro… multiplicado por 30 y pico días…





















Hemos venido con varias tarjetas SD de 64 GB, cables OTG para copiar directamente a nuestros pendrives, que en total suman 174 GB. También llevamos un lector de tarjetas SD para conectar a la entrada USB C de los móviles. Uhmm… también llevamos un cargador con una salida Powerdelivery para carga rápida de móviles + 1 salida QuickCharge3 + 2 normales… y bueno una batería de 20.000 mAh… por aquello de tener batería cuando no haya electricidad… vamos, fruslerías…
Al rato llega el desayuno, hoy toca al estilo local, nasi goreng dan telur goreng (arroz con huevos fritos ; ) y mango. Lo comemos con fruición. Son las 8:45 y hemos quedado en ir a por las motos a las 9:00, pero no solo sigue lloviendo, sino que vemos que sobre el mar se acercan negros nubarrones. Prolongamos nuestra sesión de gestión fotográfica, que falta nos hace.
Sobre las 11:30 vamos al toko a por la motoneta. Vamos con nuestra mochila estanca y enfundados en chubasqueros, porque aunque suave, no ha parado de llover. Dada la hora, nos cobran por la moto lo mismo que ayer, pero no la gasolina, suponemos que porque dejamos el tanque con gasofa, o benzil, como le dicen.
Después de esperar un poquito allí por si mejoraba, sobre las 12:00 nos pusimos en marcha. El plan es simple, no arriesgar, no caer y pasarlo chupi en cualquier caso… y a parte de eso, visitar unas cuevas famosas por estas semi sumergidas en agua dulce. El trayecto dura poco más de una hora. Vamos bastante lento, pero no llueve mucho y la carretera está sorprendentemente bien. Recorremos parte de la de ayer, así que Sai va comoda, gana 3 puntos y pasa al nivel de motorista bajo la lluvia. Poco antes de llegar aunque no llega a abrirse el día, la lluvia amaina.
Llegamos a un pueblo un tanto destartalado. En la esquina un toko. Paramos y preguntamos el camino, nos lo indican, está cerca. Compramos algo para picar mientras estiramos piernas. La muchachada se acerca a curiosear… el circo ha llegado a la ciudad. Es lo de siempre, de entrada las caras parecen hostiles, ceñudas, pero basta con mirarles a los ojos, sonreir e inclinar un poco la cabeza, e inmensas sonrisas aparecen. Si además se les saluda en indonesio, es todo buen rollo.
Nos despedimos y al poco llegamos, entrar y apar ar. El paseo entre la vegetación nos lleva a un cartel que pone Cave I. Descendemos por unas humedas escaleras que se adentran en la tierra. Poco a poco se empieza a ver el turquesa del agua al fondo de la cueva. Le pregunto si están iluminadas, pero no, me cuesta creer que aquel brillo esmeralda lo produzca la tenue luz solar que llega al interior.
Estuvimos varias horas, primero en esa cueva y luego en la Cave II. De entrada casi sólos, luego un grupo ruidoso y grande y finalmente solos otra vez. Nos desvestimos y estuvimos metidos en el agua, dulce y fresquita, sacando fotos y relajandonos… no me extiendo, veanse fotos.
Cuando salimos de allí eran sobre la 15:30. Pasamos por el pueblo de nuevo y nos adentramos, ya que antes los chicos nos dijeron que había un sitio para nadar. Fuimos con la moto hasta unas piscinas mu rusticas en medio del pueblo, cerca de la orilla. Estaban vacias, niños por aquí, adultos asomados a las puertas de sus casas, caras extrañadas… como lo flipan… Sai y yo bajabamos de una nave espacial, con nuestros trajes galvano-plásticos, seguidos por nuestro robot —bip bip, bip bip — o al menos así me vi yo en sus ojos… casco en mano recorrimos cuatro calles, lo justo para pensar —Vamonos de este planeta —. Volvimos a la nave, encendimos el motor de plasma y enfilamos al centro de la galaxia a velocidad sub-lumínica…
Y tan rápido… lo que antes nos resulto un largo trayecto, ahora, en parte por ser conocido, en parte por no llover, nos parecio super corto. Cuando vinimos a darnos cuenta estabamos en plena City. Probamos a comer algo en el de ayer, pero estaba cerrado, así que dejamos la moto y nos acercamos a lo que nos parecía un centro comercial. Por fuera una mujer y sus hijos, tenían un puesto con un fuego y sartenes donde freian unas pastas y rebozados, pedimos varios de cada. Unos eran con verdurita picada, otros rellenos de tofu y fideos y otros de platano. Calmada el hambre, entramos al supermercado.
El super era de los grandes, así que nos metimos casi una hora curioseando sus productos, especias, etc. No será un museo, ni un mercado local, pero siempre es interesante descubrir productos que jamás has visto. Compramos poco, unas galletas, tenedor, cuchara y cuchillo, repelente de mosquitos (de aquellos discos que se queman), tabaco y poco más.
Ya eran las.17:15 así que cogimos camino de vuelta para llegar antes que la noche. Por el camino encontamos numerosos puestos con mujeres vendiendo piña tropical, mangos, platanos, etc. Paramos, en en uno compramos 4 mangas enormes, en otro una piña de platanos y seguimos.
Llegar al pueblo, devolver moto, pillar unas cerves y sentarnos junto a la tienda a beberlas tranquilamente, mientras recordabamos las anécdotas del día. Luego al hogar, empezar este relato y cenar. Esta noche ha tocado arroz blanco, tempé frito, ensalada de judias verdes, unos muslos de pollo y mango picado… mu rico tooo, tanto que ni foto hicimos.
Al terminar vimos pasar a Richard y lo llamamos. La cuestión es que mañana se inaugura la nueva iglesia aquí, en Ngur Bloat, llevan todos estos días haciendo ornamentos, viene gente incluso de Papua, así que pensamos que puede ser un día interesante para andar por aquí. Por otra parte habíamos planificado hacer la visita de la playa fantasma mañana, pero hacer esto es perder lo otro, así que le pedimos que hablase con el del barco a ver si podemos ir pasado mañana.
Después de eso Richard se quedo de palique con nosotros. Es un buen tipo, grandote, noblote, de risa fácil y buen inglés. Nos contó que estuvo unos 10 años viviendo en Yogjakarta, allí estudió derecho. Le gustaba aquello, pero esto también, hace 2 años que ha vuelto. Después de eso trabajo con su tio un tiempo en una aerolínea como cargo, subiendo la comida y equipajes a los aviones, pero tenía que levantarse a las 4 y era muy duro. Nos cuenta que casi la mitad de la gente de Kei curra en Papua, que sacan mucha pasta. Muchos trabajan en la administración y gobierno. Nos cuenta que Papua Occidental es una de las fuentes de ingreso importantes de Indonesia, donde los estadounidenses tienen minas de oro y fabricas de químicos. Hablamos del tiempo y las estaciones, los ratos de ocio y fiesta, de los salarios (un profe 100€/mes), de España y Cataluña, un poco de esto y poco de aquello.
Sai nos abandona antes de las 21:00 muerta de sueño, y yo sigo un rato más con Richard, hasta que decide irse y yo me pongo a escribir. Me meto más de una hora y aun me dejo mucho por contar, pero hay que cortar, así que señores y señoras, mañana más!!!
Buenas noches ; )))