Sábado 21 de Julio de 2018
Las tarjetas!!!
Después de las 37 horas de ayer, levantarnos a las 8 nos ha costado. Teníamos el desayuno contratado por 1€, y valía la pena aprovecharlo, si ibamos a estar todo el día dando pata. Ayer nos preguntaron que queríamos entre noodle y no se que, y por probarlo todo pedimos uno de cada.



Empezaron poniendo uvas, ciruelas y unas gachas de arroz, dignas de un enfermito. Luego un huevo frito en un platito de tomar café, y una masa rellena con una pasta negra de sesamo molido con azúcar. A ello un bol enorme de sopa de verduras con tallarines caseros. Poco convencional al modo occidental, pero muy rico.
Tan solo en el rato que estuve desayunando, tenía la cabeza encharcada y gran parte de la camisa, pero casi no pude ni terminar, la llamada de la selva me hizo correr en pro del wc. El millón de guindillas que nadaban en la salsa de la cena de ayer me pasaba factura. En estos viajes suelo utilizar carbón activado, que va muy bien para este tipo de problemas intestinales, los gases e incluso leves intoxicaciones.
Mientras nos preparabamos para ir a visitar el Buda Gigante de Leshan, de repente Sai me dice: – No encuentro mis tarjetas. – Qué dices, mira bien -. Ainsss…
Después de mirar en todo sitio, y reconstruir los pasos de anoche, acabamos por aceptar la perdida… Opciones, cancelarlas inmediatamente o intentar dar con ellas. Sai pensaba que podian haberse caido en el taxi, ya que poco habíamos hecho. Se lo comentamos a los dueños del hostal, y traductor móvil mediante, empezaron a preguntarnos, por el trayecto en taxi, las horas, etc. Luego empezaron a llamar, y finalmente dieron con la compañia, pero al ser turno de noche los taxistas dormían hasta las cinco. Decidimos ir por el camino de en medio, Sai me hace una transferencia instantanea, de su dinero a mi cuenta. Si aparecen bien, y si no tampoco ha pasado nada. Así que bueno, son ya las 11:30, debemos aprovechar el día, ir a ver el Buda Gigante de Leshan, y ya se verá a la vuelta.
El hostal está en la misma entrada al complejo, pero desde ahí a la entrada propiamente dicha, hay varios kilómetros, que hacemos caminando tranquilamente. Como siempre, mucho chino en China. Colas en la entrada, gente por todos lados y cola enorme en la zona de acceso al buda.
El complejo, aparte de este famoso buda de 70 metros esculpido en la piedra, ocupa una gigantesca extensión de jardines, templos y monasterios budistas. Prácticamente se halla todo bajo arboleda, colinitas de vegetación, sembradas de caminos y templos. Muy bonito, oiga!
Sobre las 13:30 hemos apatruyado una buena parte del parque y nos ponemos a hacer la cola para el buda. Entre vallas, la cola hace unos 7 zigzag, antes de empezar a descender. La visita comienza en la parte alta, y a través de unas escaleras escabadas en la roca vamos bajando una muchedumbre mansa, sin apenas quejarse, apretuñados bajo el sol. Ya un cartel resaba a la entrada: vaya con calma, esta tortura suele durar 2 horas… y así fue.
Por suerte, hubo dos factores que mitigaron en cierta medida aquel calvario. Por un lado, había distribuidos en todo el perímetro, aires acondicionados tamaño armario, y cuando la gente pasaba al lado suspiraba de placer. Por otra parte, en uno de los extremos había un chiringuito y a cada vuelta de la cola, compramos té helado, para recuperarnos de la deshidratación.
El buda mola mucho, pero madre de deus, que paliza. Seguimos viendo la otra parte del parque, que incluso pasa a otra isla por un puente. Salimos por el otro lado del parque donde la dueña del hostal nos dijo que podíamos coger un bus de vuelta.
Hacían 38°, sensación térmica de 43°, eran las 16:30 y habíamos caminado 14 km allá dentro. Volvimos en el bus reventados a ver que pasaba con las tarjetas, pero se nos pasó la parada y tuvimos que cruzar el puente hasta el hostal. Al llegar me tuve que descalzar y tumbar a la fresca, en lo que Sai hablaba con los dueños y… nada, no habían aparecido. Se portaron muy bien con nosotros, todas las gestiones y eso, y ademas, nos pusieron un poco de té para afrontar el camino a Chengdu. Nos despedimos de ellos, muy afectuosos y en marcha.
Decidimos pasar por donde habíamos cenado, cruzando nuevamente el puente a la solaja, pero allí no las habían visto. Suficiente, un taxi a la estación, que aquí por un euro cruzas una ciudad pequeña, y ya teniamos suficiente.
Conseguimos billetes de tren para una hora y media mas tarde (19:40), pero de pie. Yo me puse a redactar un poco el blog, Sai se dormía. En nada estábamos ya en marcha. Chengdu, capital de la provincia de Sichuan, era la última parada, de modo que no nos pasaríamos otra vez, como ayer ; ).
El viaje duraba 50 min, pero fue horrible porque íbamos de pie, y ya necesitaba estar sentado un rato, de hecho, terminé por sentarme un rato en el suelo. Pero llegamos, y segun llegamos salimos fuera y después de un par de intentos infructuosos, pillamos taxi hasta el guesthouse.
El guesthouse está muy molón. Las partes comunes son muy acogedoras, y tienen un aire a albergue europeo. La habitación es pequeña pero muy limpia y correcta, al igual que el baño. Hicimos las gestones, soltamos bártulos y pa la calle.
Son las 22:00 y después de tanta paliza, ni siquiera hemos comido. Nos movemos a toda velocidad, pese al cansancio, hasta dar donde comer algo, que finalmente son unos simples noodles, pero que nos sientan genial. De camino al hostal damos con un puesto turko o así, con mesita en la calle, pinchitos de carne y cervezas. Allí paramos. Por delante tenemos 3 noches en el mismo sitio, así que por fin nos relajamos, y pasamos alli un par de horas descojonados de las aventurillas que nos han ocurrido en tan poco tiempo. El local es muy particular, seguro que repetimos.
A la vuelta al hostal, nos enchufamos los electrodos que compramos ayer en el aeropuerto. Muertos de la risa, entre electroshocks, casi nos quedamos dormidos…
Buenas noches!!! 晚安!!!