Jueves 5 de Octubre – 20,6 km
O peregrino está durmido

Los últimos días, sobre todo a medio día, nos entran unas modorras que a veces creo andar dormido. No estamos durmiendo mal, pero a mi me gusta dormir a pierna suelta al menos una vez a la semana y a mi padre le faltan las siestas.

Si a todo ello sumamos que anoche estuvimos por Lugo hasta las 12 y pico, y que el calor que hizo en el cuarto fue insoportable y dormí fatal, tenemos un arranque de día en el que piensas: ¿Porqué no me iré yo a la playa como to’ dios?

Anoche, mientras esperábamos por Gianni sentados en una terraza, empezaron a tirar fuegos artificiales. Las calles se veían muy concurridas, familias y grupos de amigos, como en toda fiesta. Un par de veces pasó una charanga, dando vidilla al ambiente.

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A poco de llegar Gianni nos fuimos a cenar. Después de un par de intentos decidieron ir a donde fuimos a medio día. No tengo hambre como para un menú y me apetece más dar una vuelta y ver el ambiente. Calles que me recuerdan a León, con la gente tomando cañas o vinos y bandejas de pinchos volando de aquí para allá. Mesas y bancos corridos, con grupos comiendo… El ambiente es alegre, sin locuras ni excesos.

Me siento en una mesa y me pido un revuelto de setas, y mientras como, acabo la entrada de ayer. Luego cambio de sitio y me pido un licor café, cuando mi padre me dice que van a ir bajando. Son las doce, les digo que me acabo aquello y les sigo. A la una estoy en la cama.

La noche es un infierno. Paso muchísimo calor y no descanso bien, pero a las 8 me levanto, ducha, un buen desayuno en el albergue y a las 9:10 estamos saliendo. Gianni no anda bien de tripillas y va a esperar un rato en el albergue a ver como le va.

La mañana se presenta cerrada, mucha bruma y fresquete. Las tres horas que siguen, transcurren cómodas y vamos charlando sobre lo que vemos, o hemos reflexionando en estos días. Sobre las 12 llegamos a San Vicenzo do Burgo. Un pequeño pueblo sin mucha más cosa que una coqueta iglesia y un bar.

No vamos a tener nada más durante el día así que aprovechamos para repostar. Un pincho de tortilla, queso tierno, con algo de pan, una caña y café de puchero. La paisana que nos sirve es singular, el que bebe a medio metro de la barra del tripón que tiene, aun más, y el dueño que se me acerca a hablar mientras me echo un piti fuera, parece el más normal.

Hablamos del Camino. Cada año mas gente. De que la gente con influencia, consigue que no pasen peregrinos por sus tierras o todo lo contrario, y los manejos que siempre hay, cuando pasta hay. Después de unos 20 minutos seguimos la marcha, nos quedan otros 10 km.

En lo que estuvimos comiendo, el día se ha abierto completamente, y empieza a azotarnos vilmente. Empieza a resultarnos un poco pesado, por suerte hay tramos largos que transcurren bajo arboleda. Los mantos de castañas y bellotas es algo que nos ha venido acompañando y sorprendiendo desde Asturias. A veces cubren el 100% de grandes extensiones de suelo.

En uno de esos tramos, nos encontramos hoy a una ancianita, sacada de un cuento de Hansen & Gretel. Arrugadita como una pasa, y los ojitos hundidos entre tanto pliegue. Nos paramos y algo le preguntamos, y algo nos responde. Jurrl? Al segundo intento, empezamos a sintonizar en la frecuencia adecuada, y parece que podemos entendernos. Nos cuenta que coge castañas pa’ venderlas a euro, que no están muy buenas, que si el tiempo está loco, y los políticos que todo lo roban y nada les pasa… etc… ainss… sabiduría universal… nos despedimos.

Nos planteamos hacer una paradita. Yo podría dormir de pie. Caminamos un rato buscando el lugar, pero no damos con él y ya solo faltan 3 km. Se me pasa un poco el sueño mientras continuamos.

Llegamos al albergue a las 15:30. Cansados. El albergue no es gran cosa. Estudiará la posibilidad de que duerma en otro cuarto, nos dice el hospitalero, cuando le contamos el peligro que traemos. Desembarcamos, ducha, ropa limpia y nos sentamos en la terraza exterior, que está genial, bajo la arboleda. Cervecita a la sombra.

La tarde pasa rápido. Aprovecho para empezar el blog. Sobre las 18:30 llega Gianni. Lo ha hecho muy despacio pero lo ha logrado. Le decimos al hospitalero de cenar sobre las 20:00, y a esa hora estamos todos sentados a la mesa. Una comida sin pretensiones pero suficiente para un peregrino: ensalada de pasta y bistec.

Bueno, aquí lo dejo que tengo ganas de dormirme prontito y descansar.

Boa noite ; ))

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