Viernes 9 de Diciembre de 2016
Ubud y alrededores
Antes de las 6:30 empecé a notar la luz del día y el tráfico de la calle principal, Monkey Forest. Nuestra habitación compartida cuesta 150.000 IDR que viene a ser poco más de 10€, buen precio para Bali, que incluye desayuno y el amable rumrum de las motos bajo tu ventana.

































Suficientemente despierto, me pareció buena idea levantarme e ir adaptándome al ritmo del lugar. Aunque al pasar por el baño y constatar que aún no me he ajustado de tripas, me preparo para bajar a desayunar. Jose se despierta y baja al poco. El desayuno es sencillo pero correcto. Tostadas, mantequilla, mermelada, huevo frito, trozos de piña, plátano y sandía, y té negro.
Me alegra descubrir que el problema con las tarjetas, se ha arreglado durmiendo. Pago siguiente noche y subo a la habitación a asearme. Me noto un poco lento, y me lío organizando mis cosas antes de meterme en la ducha y salir de la habitación. No ando bien de tripas. Hablo con los del Hotel y dejó reservada la habitación para Karltoffeln, que llegará en taxi desde el aeropuerto sobre las 1:30 de la matina.
Cojemos calle abajo, hacia el Monkey Forest. Se trata de un parque protegido, un santuario de monos. Lo bordeamos por un pequeño camino, que compartimos con las ubicuas motocicletas. Aun estando fuera, los monos están por doquier.
Son divertidos a la par que unos endiablados y perversos animalitos. Si llevas comida en tu mochila y no quieres compartirla, puede ser el comienzo de un drama. Nos partimos de risa con algunos que brincan entre las motos, mordisqueando unas gafas de sol y una colilla, así como meando sin complejo, manillares y asientos.
Nuestro paseo dura casi 4 horas en las que bajamos parte del pueblo, por una zona tranquila, muy local. Nos sorprende el nivel artístico de las construcciones. Las casas parecen templos. Grandes portalones flanqueados por esculturas talladas minuciosamente en piedra, dan paso a un amplio espacio con múltiples casitas con un nivel de decoración digna de templos. Por todos lados vemos tiendas de artesanía, la talla en madera y piedra son las reinas.
Retornamos por la calle central que parece un centro comercial lleno de boutiques, motos y taxistas insistentes, hasta llegar a el mercado sobre las 11:30. Me pillo 3 trozos de papaya pelados que engullo con fruición. Pese a no ser ni las 12, ya tenemos hambre y paramos a comer algo en un puesto local. Un arroz con pollo y vegetales y varios zumos de fruta caen (60.000 IDR: 4€). Me empiezo a sentir estupendamente ; )))
Volvemos al hotel casi pensando en echarnos una siesta, ya que las 4 horas de sueño empiezan a pasar factura. Pero nos sentamos en la terraza y me pido un té, y entre el el té y la charla nos vamos espabilando. Después de leer un poco la guía nos animamos a darnos un paseo por las afueras de Ubud. Al parecer, apenas caminas un poco te adentras en la vegetación y plantaciones de arroz.
Impresionante! Tal y como habíamos leído! La calle se convierte en pista de tierra y al poco en sendero, totalmente rodeados por arrozales. Wow! Que bonito, no me esperaba una estampa tan rural caminando tan poco. Nos adentramos en la espesura, pasamos un angosto y profundo río y nos aventuramos a bajar hasta el fondo de otro tras ver señales de “river”. La humedad y el bochorno es tal, que en un momento me veo empapado en sudor.
La vuelta la hacemos por otro camino, un poco más transitado y salpicado de tiendas de artesanía y bares/terraza! allí, en medio de la nada?! Al llegar al pueblo bajamos por otra calle para eludir el jaleo de la calle principal, mucho más tranquila y con con apenas edificaciones. Nos paramos en un baretillo con vistas a todo aquello y nos tomamos unas birras (35.000 IDR: 2’5€) disfrutando de la caída de la tarde.
Vuelta al hotel, ducha y salir a comer, buscando algo con sabor local pero no muy caro. Terminamos en uno restaurante local en un primer piso y vistas a la calle. Mejor comida que la del mercado. El está un poco destartalado, paredes sin encalar, cuadros de contenido sexual de pésimo gusto y lámparas hechas enrollando un papel sobre la bombilla.
Al terminar de comer, se me cierran los ojos… me duermo… apenas he dormido 7 horas en dos días. Directos a la cama, sobre las 21:30 ya estábamos roncando a pierna suelta, somos incapaces de esperar a que llegue Karltoffeln.
Dormir… ; )