Lunes 21 de Septiembre – 24,4 km
A los pies de O Cebreiro
Me levanto lento a las 8:30. Lo tengo todo casi listo, así que me pongo a estirar un poco. A las 10 menos cuarto, salgo buscando dónde desayunar. Cuando arranco a caminar son las 10:20.
Muscularmente me encuentro mejor, pero estoy tocado, debo ir con tiento y sin excesos. Sin embargo, el camino empieza potente, subiendo hacia Villafranca del Bierzo.

El tiempo sigue maravilloso, completamente despejado, cielos de eléctrico azul, mañanas frescas y tardes cálidas, hasta el punto que ya voy medio negruzco del sol que he ido cogiendo.



Las vistas del valle del Bierzo, según cojo altura, son increíbles. Y así, entre viñedos y cultivos varios, llego hasta Villafranca. Según entro, me encuentro con Bruno, un caminante libre de onda hippie con el que vengo coincidiendo desde la Cruz de Ferro. Nos damos la mano y compartimos nuestro devenir. Él sabe que el otro día bajaba fastidiado desde Foncebadón, así que lo pongo al tanto. Él me cuenta que su perrilla ha empezado a cojear, pero no es por las almohadillas de las patas (como le pasó a Diego, el perro de Dominic)…





Nos despedimos, hasta la próxima. Cruzo Villafranca, ¡se sale! Son las 12 y pico y tan solo llevo 8 km y me quedan 16 km, pero me paro a comer un bocata y una birra. Seguir.
Desde Villafranca se deja atrás el Bierzo y te adentras en un angosto y zigzagueante camino que lentamente conduce a las faldas de O Cebreiro. A un lado el río, al otro la carretera y, flotando a 50 metros sobre tu cabeza, la descomunal A6 aparece y desaparece por tramos. Pese a tanta ingeniería de caminos, disfruto del paseo.



Al llegar a Trabadelo (como nuestro amigo Fermín Trabadelo), empiezo a sentirme un poco castigado y paro. Llevo 16, faltan 8 km. Son las 16:00, me siento, me tomo una birra y termino echando una micro-siesta. 40 minutos más tarde, me pongo en camino.


En el siguiente tramo, me alcanza un hombre suizo de unos 50: Hans. Caminamos juntos mientras cumplimos el ritual de peregrinas preguntas. ¿De dónde eres (Suiza)?, ¿de dónde saliste hoy (40 km!!!)?, ¿dónde empezaste el camino (Saint Jean Pied de Port, como casi todos los extranjeros… los españoles vienen a cumplir y suelen hacer solo el final)?, etc. Hans me cae bien, pero es otro peregrino al que no volveré probablemente a ver, porque hace etapas mucho más largas. Me siento muy a gusto caminando solo, pero cuando tienes un compi chupi se agradece.


Nos despedimos después de un par de horas de palique. A mí solo me falta media horita para llegar a Vega de Valcarce. Según entro en el pueblo, busco en mi app «Buen Camino» dónde quedarme, elijo uno y sigo la ruta. La habitación individual es un cuchitril de 20€. Adiós, adiós. Sigo mirando y termino en una pensión guapísima por 15€.



Ducha, lavar ropa, tender, curas, estiramientos y a cenar. Termino en el Bar de Guille (o el del Medio, porque llevan desde agosto y el nombre aún es provisional). Me sirven medio caldero de sopa para que me sirva a gusto y unos huevos con beicon y el correspondiente vino local. Mientras ceno, termino el relato de ayer y empiezo este. Acabo la sobremesa de palique con Guille, el joven dueño, que ha currado siempre en la zona y le encanta el trabajo con peregrinos.



Estoy dándole vueltas a mi estado físico. Por delante tengo O Cebreiro y yo no estoy bien, es posible que deba tomarme otro día de reposo para ver si voy mejorando… Se ha hecho tarde, es medianoche, así que enfilo directo a mi camita… consultemos a la almohada.
Buenas noches!!!
Mucha suerte con la etapa reina!! Espero que la hayas completado!